Luis del Val abandonó la SER cuando se convenció de que el progresismo atentaba contra el sentido común y, lo que es peor, atentaba contra el sentido propio.

El domingo escribía un artículo en La Razón sobre los miserables que le gritaban de todo a la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes (en la imagen), ingresada de gravedad en la clínica La Paz tras un accidente de moto.

Dice Del Val que le extrañaría que entre aquellos miserables de la marea blanca hubiera médicos o enfermeras. Pues ojalá tenga razón pero yo tengo mis dudas. La instrucción no significa formación.

Oiga, y Cristina Cifuentes me cae gorda, que conste. Es una de esas peperas ambiciosas, elemento clave en este PP de derecha pagana. Ejemplo, Cifuentes pertenece a la sección abortera del partido del Gobierno, partidaria de mantener la actual matanza de inocentes.

Pero lo menos que se puede hacer es respetar el dolor del adversario político.

Ahora, más que nunca, me apunto a la privatización de la gestión sanitaria que ha iniciado la Comunidad de Madrid. Con estos tipejos y tipejos de la marea blanca, oledores de sangre, no voy ni a tomar vinos.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com