Un rayo ha caído en Ohio y ha destrozado una escultura de Jesucristo. Los infoyupis de cierto canal progresista de TV -la Cuatro- han centrado la cuestión, no en el rayo, sino en las declaraciones de una señora de color, afroamericana o subsahariana, es decir, de raza negra, ya entrada en años, quien aseguraba que aquello se trataba de una señal del cielo.

Naturalmente la noticia la calificaría como síndrome Perico Fernández. Perico era aquel viejo boxeador aragonés al que se utilizaba en la televisión, años atrás, para burlarse de él. No era un ilustrado ciertamente, pero tampoco era un canalla, cosa que sí eran los periodistas y locutores que le ponían delante de la cámara.

Los chicos de Cuatro -figúrense si serán modernos que ahora depende de Berlusconi- han centrado la cuestión en las declaraciones de la negra de Ohio. Las suponían como suficientemente ridículas, no para ridiculizar a la negra de Ohio sino a la Iglesia de Roma, que era el verdadero objetivo. 

Trasmitieron los infoyupies sus palabras con una sonrisa cómplice, como quien contempla a una pobre chiflada en pleno ataque de histeria. La mujer aseguraba que parecía una respuesta del Cielo, que lo ocurrido no podría atribuirse a la casualidad, algo más fácil de creer que, por ejemplo, las declaraciones de Teresa Fernández de la Vega.

¿Es un signo del cielo el rayo de Ohio? La primera respuesta es que no tengo ni idea, pero no tener ni idea significa no saber si la respuesta es positiva o negativa. Pero hay una segunda respuesta: ¿Y por qué no? Lo más curioso del mundo actual es que todos coincidimos en que su nivel de corrupción es alto, y eso lo piensan un montón de gente que mantiene opiniones bien diversas sobre lo que es corrupción y lo que es podredumbre. Discrepamos sobre la definición pero no sobre la evaluación: todos coincidimos en que el nivel de miasmas en el siglo XXI está muy alto, por lo menos en alerta naranja.

La fe en Cristo tampoco parece una creencia especialmente descabellada, considerando los millones de personas que la han practicado y practican a lo largo de 2.000 años.

O sea, que aquí los únicos tontos son los infoyupis, no la negra de Ohio. La negra gritaba que esto no puede ser casualidad, y los tele-infoyupis, tan progres ellos, deberían recordar que la coincidencia puede existir, la casualidad jamás.

A ver si resulta que la negra de Ohio tiene una capacidad intelectual superior a la de los infoyupis de Cuatro, pero eso tampoco es noticia.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com