La pregunta es: ¿las inversiones deportivas irán luego en beneficio de los pobres y necesitados o para que solo unos pocos se llenen los bolsillosLo que está pasando en Brasil es una especie de 15-M a la brasileña. Aunque al movimiento brasileño cabría también compararlo en el tiempo a las Primaveras árabes. Lo que tienen en común todos ellos es la protesta contra la corrupción y las injusticias sociales, aunque luego muchos de estas movilizaciones, en principio justas, terminen derivando en la protesta de unos cuantos radicales antisistema que no conducen a nada.

En el país hermano iberoamericano, miles de personas se han manifestado los últimos días en varias ciudades para protestar por la subida del precio del transporte público y por el elevado coste de la organización de la Copa Confederaciones, que se celebra estos días, y del Mundial de Fútbol de 2014. Aunque recordemos también que Brasil organiza este verano la Jornada Mundial de la Juventud. Y en 2016 las Olimpiadas.

Si el detonante de las protestas fue la subida de veinte centavos de real (unos siete céntimos de euro) en los pasajes de autobús en Sao Paulo, "el objetivo de la protesta ha ido más allá de 20 centavos (de real). Es contra la corrupción, contra toda la suciedad de Brasil", dijo a Efe Jacqueline Borges Reis, una estudiante de 22 años.

Y es que los brasileños están cansados de la corrupción y de ver cómo se gastan cantidades ingentes de dinero mientras el hambre y la pobreza siguen castigando a muchos de sus compatriotas.

Habrá quien defienda que organizar estos eventos traerá más riqueza al país. Pero la pregunta es: ¿Esas inversiones irán luego en beneficio de los pobres y necesitados o para que solo unos pocos se llenen los bolsillos

José Ángel Gutiérrez
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