No debemos sonreír ante las tristezas de un niño. Todos los dolores son iguales, afirma Van Lerberghe.

Amnistía Internacional ha lanzado una campaña publicitaria bajo el eslogan: Niño soldado, lo pondrán en primera fila. Y si muere, irán a una escuela a buscar otro. Y después a otro...

Secuestran a los chiquillos con intención de convertirlos en auténticas máquinas de matar, afirma el padre comboniano José Carlos Rodríguez que realiza su labor misionera en Guru, al norte de Uganda. Desde hace más de veinte años, el grupo terrorista del LRA llevan a cabo estos secuestros y sus madres acaban siendo esclavas sexuales de un auténtico ejército infantil.

Más de la mitad de las criaturas, en los países en desarrollo, son invisibles. Su nacimiento no consta en los registros y ello les condena a permanecer en un círculo donde no existen derechos, según el Informe del Estado de la Infancia. Al carecer de identidad oficial los coloca en una situación de extrema fragilidad y les hace especialmente vulnerables a la explotación. Uno de cada 13 menores queda huérfano a causa de las guerras y enfermedades que asolan el mundo en desarrollo, en el que la plaga del sida ha dejado sin amparo paterno a 15 millones de niños. Cada minuto. Un menor de 15 años muere de sida según el estudio de Unicef, que cifra en unos 8,4 millones los menores obligados a la servidumbre por deudas u otras formas de esclavitud, la prostitución o la pornografía.

En Bolivia cerca del 60 por ciento de los aborígenes viven en el umbral de la pobreza y los menores de 17 años son el 45 por ciento del país. Es difícil determinar quien lleva una vida más miserable; los pequeños mendigos o los 800.000 chicos que trabajan, según las estimaciones de William Aparicio. Más de 300.000 niños de entre 7 y 17 años trabajan 40 horas semanales. En Potosí, 700 chavales descienden cada mañana a las minas que, ahora sólo producen minerales baratos. Los pequeños mineros cumplen el mismo horario, embrutecedor, que los adultos.

Clemente Ferrer Roselló

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