No pasa un día sin que nos enteramos de nuevos despidos en el grupo Recoletos, editor, entre otros de Marca y Expansión. Despidos con muy poco estilo tanto en los medios que van bien como en las publicaciones que van mal, sin distinción de personas. Despidos, además, no por medias disciplinarias, incumplimiento de contrato, bajo rendimiento laboral, etc. No, algunos de ellos aportan un argumento definitivo. Ganas mucho.

Todo se debe al fortísimo apalancamiento que el equipo directivo, con Jaime Castellanos a la cabeza, ha realizado, especialmente con la ayuda de Banesto, presidido por la sobrina de Castellanos, Ana Patricia Botín. Banesto ha adquirido una parte del capital de Recoletos sin que el Banco de España, tan poco amigo de que bancos y cajas compren participaciones industriales, especialmente en medios de comunicación (recordemos la polémica de Mario Conde comprador de A-3 TV), les haya llamado la orden.

No sólo eso, Banesto también ha dirigido un conjunto de bancos para financiar al equipo de directivos dirigido por Castellanos que se ha hecho con el control, y Ana Patricia Botín avala las cantidades entregadas. Por tanto, Banesto se ha comprometido con Recoletos por tres vías distintas: como accionista, como prestamista y como avalista de Recoletos ante otros bancos prestamistas.

De esta forma, la única salida que le queda a Castellanos es reducir gastos de forma acelerada, es decir, reducir plantilla. Si el producto se resiente por ello, bueno, eso ya es otra cuestión.

Pero si ha sido Banesto quien ha realizado esta típica operación de apalancamiento de Castellanos, han sido los hermanos Garay quienes la han diseñado y quienes más empeñados están en que se lleve a efecto, a pesar de los puestos de trabajo perdidos. Juan Carlos Garay -aún presidente, aunque no ejecutivo de Deutsche España- y su hermano José se han empleado a fondo en la operación.