La Europa egoísta precisa recuperar sus orígenes, volver al ideal cristiano del bien común. El Consejo Europeo ratifica el nuevo proyecto de la Unión: trabajar para los ricos. La ayuda a los miembros más débiles pasa a la historia: ahora sólo se ayuda a los inversores en deuda pública. Ni una palabra sobre la persecución a los cristianos

Nos cuentan los tertulianos españoles que los alemanes se muestran cada día más reticentes con respecto al euro. Sinceramente, no me extraña. Los europeos están dejando de creer en Europa porque la UE se ha convertido ahora sí- en la Europa de los mercaderes.

El último Consejo Europeo ha puesto la guinda a la tarta. Se cavaron las discusiones sobre el reparto de fondos comunes, el mecanismo de solidaridad bajo el que nació la Comunidad en la postguerra y que resultaba algo tan simple como el traspaso de fondos desde los países ricos a los pobres.  

Ahora se ha impuesto una política que sólo mira por utilizar el dinero para mantener burbujas especulativas de deuda pública. En definitiva, todos al servicio de los inversores, de aquellos que habiendo cubierto sus necesidades primarias aún les queda dinero para invertir.

El ideal europeo, que se basaba en el principio cristiano del bien común, ha sido abandonado. Europa necesita urgentemente de estadistas con la visión necesaria para reimplantar ese ideal, no de frívolos sobreendeudados y no me refiero a Zapatero- que marquen un nuevo tratado basado en la solidaridad y, no sólo en el respeto a los derechos humanos, empezando por el derecho a la vida, sino por la defensa de los derechos humanos en cualquier parte del mundo. El silencio de la Europa cristiana sobre los casos de persecución religiosa en el mundo, por ejemplo en Iraq o en Paquistán, así como en Marruecos, son como una esquela de defunción del ideal europeo.

Hay que empezar de nuevo porque Europa merece la pena.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com