El Gobierno aprobó el pasado viernes un decreto que permite la libre transmisión de expendedurías, eliminando las restricciones en la transmisión que existían hasta ahora. Además, desaparecen también las limitaciones diarias de venta, por lo que podrán empezar a aparecer estancos de 24 horas. Además, las distancias entre estancos se reducen a 150 metros, de manera que se impulsa la posible competencia. Por supuesto, la decisión ha sido tomada por Solbes, no por Salgado, siempre dispuesta a entorpecer el tráfico de tabaco lo máximo posible.

En cuanto al comercio mayorista, palo a Logista. Se elimina la exclusividad y la necesidad de rotulación externa de los medios de transporte y de almacenamiento, con el fin de facilitar la entrada a otros distribuidores. También se elimina la obligación de llevar libros de registros espaciales, porque la información ya se contiene en los libros y registros que se requieren a efectos aduaneros. O sea, que según Solbes, ya existen mecanismos para controlar que no existe un tránsito de mercancía de un país a otro no controlada. Se quiere controlar la entrada de mercancía extranjera por motivos fiscales, ya que España, por ejemplo, tiene una fiscalidad sobre el tabaco más barata que Francia. En todo caso, el problema será para el país vecino.

Sin mucho ruido, como le gusta al vicepresidente económico, se consigue liberalizar el rígido mercado del tabaco, estancado por razones históricas y donde el peso de la antigua distribuidora monopolística y pública Tabacalera, hoy Altadis, seguía pesando sobre el mercado.