Se trata de aprovechar la buena química entre Zapatero y Mas y terminar con la crispación. La burguesía catalana quiere echar a Maragall y a Carod de la Generalitat. El movimiento lo encabezan los dos líderes, en colaboración con Montilla, mientras los empresarios Fainé, Brufau y el asesor Roca, colaboran en la operación. El Gobierno de coalición CiU  y PSC puede llegar mediante un cambio de alianzas en el Tripartito o a través de elecciones anticipadas en Cataluña. El problema: Más quiere ser president, Montilla también: ¿un tiempo para cada uno? Durán Lleida quiere ser ministro de Exteriores en Madrid, Mas no quiere que lo sea.

En el fondo, se trata de volver a noviembre de 2003, cuando los catalanes dieron el triunfo al PSC en votos y a CiU en escaños, aunque sin mayoría. Todo el mundo pensaba en un gobierno de coalición entre CiU y PSC, pero no hubo posibilidades, dado que Maragall quería a toda costa convertirse en president. Así que forzó la máquina y llegó a un acuerdo con Iniciativa, la fracción más levantisca del comunismo español y con los independentistas republicanos de Carod-Rovira. Ese fue el principio del gran quebradero de cabeza.

A final, una CiU cadáver político, se colocó a la cabeza de la manifestación anti-estatutaria. Al final, el del seny no llegó y hemos llegado a un Esatut que sólo Zapatero considera pude ser aceptado por todos con unos ligeros retoques. Puede que lo consiga, pero si lo rebaja tanto, ERC, aún capaz de formar cualquier cosa con tal de mantener los cargos, deberá verse obligada a romper la baraja.

Ahora se trata de dar marcha atrás en la locura del Estatut y de cambiar a ERC por CiU, más moderada, igualmente nacionalista y con los suficientes escaños en el Congreso como para poder sacar adelante la normativa. Sí, estamos hablando de una coalición en Cataluña y una alianza parlamentaria en el Congreso de los Diputados. El asunto lleva tiempo en el candelero (Hispanidad ya habló de ello el 25 de noviembre) y sólo es cuestión de que madure el fracaso del Estatuto de autonomía catalán.

Los caminos son dos: o simple cambio del Gobierno catalán o, si Maragall se resiste, convocatoria de elecciones. Recuerden esto : cuando Maragall se empeñó en cambiar al Gobierno y reintegrar a Carod-Rovira en el Tripartito catalán, Montilla convoca la Ejecutiva del PSC: todos sus miembros votaron a favor del actual ministro de Industria y sólo uno aplaudió a Maragall: su hermano.

Pero volemos al mismo problema del 2003: Mas quiere ser presidente, Montilla sólo acepta marcharse a Cataluña para ser presidente Las solución es repartir el mandato en dos. Todo muy salomónico.

Es la tesis que apoyan determinados líderes sociales y, sobre todo, económico, entre ellos el director general de La Caixa, Isidro Fainé, y el presidente de Repsol YPF, Antonio Brufau, así como Miguel Roca, que no quiere perder ripio desde su puesto actual de asesor empresarial. Todos quieren aprovecharse de la buena química existente entre Zapatero y Mas, y aseguran a Montilla que si se marcha a Cataluña, su sustituto será el también catalán David Vegara, secretario de Estado de Economía.

Y s que el mismo presidente de la patronal catalana Fomento, Joan Rosell, que recibe apoyos de los miembros de ERC cuando critica siempre en Barcelona- a los empresarios españoles por permitir el acoso a Cataluña, confiesa en Madrid, en una reunión privada que nos hemos equivocado. No debimos obsesionarnos con el término nación y preocuparnos más de la financiación. El presidente de La Caixa, verdadero líder empresarial catalán, Ricardo Fornesa, insiste en que el hecho diferencial catalán es cultural, no económico, y hasta los medianos empresarios están hasta el gorro de las normas sobre etiquetado en catalán que no provocan otra cosa que pérdidas de tiempo y dinero.

Naturalmente, el cambio de ERC por CiU supone el apoyo parlamentario de los nacionalistas catalanes moderados en el Congreso de los Diputados. A fin de cuentas, CiU tiene 10 diputados en Madrid frente a los 8 de ERC. Una alianza con CiU sí que dejaría aislado al Partido Popular, una imagen de soledad que Zapatero intenta deshacer.

Y es que el PSOE está bajando en las encuestas y la popularidad de Zapatero también sobre todo, lo que teme Pepe Blanco es que Zapatero aparece cada día que pasa como más incapaz ante la opinión pública y muy capaz de meterse en todo tipo de berenjenales. Los empresarios, desde luego, lo tienen claro : la crispación política no trae otra cosa que problemas económicos. Y los empresarios catalanes lo tienen más claro que nadie.

Eso sí, Durán Lleida ha levantado la mano : dentro del macro-acuerdo PSOE-CiU, quiere un puesto en el Gobierno central. Para ser exactos, el de ministro de Asuntos Exteriores. Y Zapatero estará dispuesto a otorgárselo con tal de mantenerse en el poder. Lo malo es que el que no quiere es Artur Mas.