Sr. Director:

La aprobación en el Congreso de los Diputados del proyecto de Ley de Técnicas de Reproducción humana asistida, y la anunciada Ley de investigación en biomedicina, que supondrá la legitimación social de la producción de hombres, constituyen un salto cualitativo hacia la manipulación arbitraria de la vida. Ahora estamos más cerca de imaginar las consecuencias de un mundo en el que los intereses del poder, de la economía y de la ideología utilitarista han traspasado toda frontera ética e intervienen ya decisivamente para alterar las bases de la definición del lo humano. Por más que se adornen y legitimen los artículos de esta ley con los argumentos del desarrollo de la medicina en orden a la curación de enfermedades, repele a la recta razón el hecho de que para salvar vidas haya que matar a otras. La no aceptación del carácter personal del embrión humano, y de su dignidad inviolable, es uno de los síntomas más evidentes de la quiebra de nuestra sociedad.

Alguien, creo que con buen criterio, ha señalado que esta ley supone el suicidio silencioso de nuestra civilización. Estoy de acuerdo con que es la hora de denunciar la actividad y los intereses de muchos laboratorios y clínicas españolas que han convertido los embriones humanos en mercancía, y sobre todo es la hora de intensificar una propuesta razonada sobre la dignidad inviolable de toda vida humana. Con este y otros escritos espero poder contribuir a la dignificación.

Jesús D. Mer Madrid

jdmermar121@hotmail.com