Sr. Director:
A través de este pequeño escrito queremos expresar desde el colectivo YASunidos nuestra solidaridad y admiración a las personas que desde hace décadas han denunciado y luchado en contra de la explotación petrolera por la violencia intrínseca que esta actividad ha generado en muchos sitios.En el caso del Ecuador, la selva se ha convertido en un símbolo de resistencia al ser el primer país cuya sociedad civil inició en la década de los 90 un juicio que sigue vigente para exigir justicia y reparación a los miles de afectados por la explotación hidrocarburífera.

En la década de 1960, el Ecuador imbuido en el discurso del "desarrollo" y el "progreso" con base en la explotación de crudo, se enroló en una de las historias más trágicas de devastación social, cultural  y ambiental de la modernidad.  Al margen del Estado, y a la vez, con la complicidad de éste la empresa petrolera Chevron (antes Texaco) con capital estadounidense inició procesos de  extracción de crudo en la zona norte de la Amazonia ecuatoriana. Bosques inmensamente ricos en biodiversidad fueron aniquilados y pueblos enteros con sus universos culturales fueron extintos.

Su justificación ética se basó en la promesa de un bienestar a corto plazo, en la indiscutible verdad de que era necesario sacrificar una pequeña parte, quizá el "1 x mil", de un infinito espacio para financiar el desarrollo de la población ecuatoriana. La idea de riqueza dominante simbolizada por el color unánime oscuro del petroleo se impuso por sobre los miles de colores y texturas que componían la selva así como por encima de las voces de la gente que jamás fue consultada si ese era el progreso que quería.

Esta Historia no ha terminado la amenaza petrolera se cierne cada vez en espacios más remotos al rededor del planeta, los polos árticos, las selvas y montañas de diversos sitios, la mayoría de las veces de los países considerados como "pobres" y el sitio con mayor biodiversidad del mundo y hogar de pueblos en aislamiento: El Yasuní. 

Por tal motivo su lucha es hoy tan vigente como hace cincuenta años y la crisis ambiental global, la vuelve más urgente que nunca. Les agradecemos infinitamente por abrirnos los ojos a esa realidad y mostrarnos de manera convincente que es necesario cuestionar las bases de nuestra cultura para iniciar una relación distinta, no destructiva con nuestra madre tierra.

YASunidos