Por el bien de la marca española, mejor que sea la primera. El estado de salud de Erich Schmitt provoca una pugna por el poder en Martorell.

La española Salarich exige de Ferdinand Piëch que se comprometa a no cerrar SEAT ni a venderla en un plazo de tiempo lógico. El español Francisco García Sanz, presidente del Consejo de Vigilancia y máximo valedor de Salarich, tendrá que tomar una decisión en breve. Utz Claassen ha salido de EnBW y está a la espera de destino: ya se ha reconciliado con Piëch.
Desgraciadamente, parece que la salud del presidente de SEAT, Erich Schmitt, tras el ataque sufrido la pasada semana, costará una convalecencia más larga de lo esperado. De hecho, en Volkswagen ya le están buscando sustituto. Y en el peor momento, cuando el hombre fuerte de la multinacional Volkswagen, Ferdinand Piëch, continúa deshojando la margarita: lo que le pide el cuerpo es cerrar SEAT, una marca con la que lleva enseñando de la forma más injusta desde hace una década. La otra es la venta, que ya le ha ofrecido grupos españoles y que aceptarían la Generalitat catalana y el ministro de Industria, Joan Clos.

Se trata de no dejar a Piëch, cada más fuerte en VW, ni un resquicio por el que pueda llevar a cabo su obsesión de cierre de SEAT, contra la que parece sentir una fobia personal.

De esta forma, por el inesperado vuelco en la salud de Schmitt, se ha vuelto a poner sobre la mesa los dos nombres que más pesan como sustitutos, y que ya fueran relatados en Hispanidad. Utz Claassen, que en su día se marchara enfado con Piëch, ha recuperado ahora la sintonía con el todopoderoso mandamás de VW, y, tras abandonar EnBW, distrae sus ocios con el entramado de asociaciones patronales alemanes. Es decir, que está a la espera de destino. Conoce SEAT, pero no ama a SEAT. Los 14.000 trabajadores de la factoría pueden esperar cualquier movimiento por su parte.

Mucho más gratificante sería el fichaje de Magdalena Salarich, madrileña de 50 años, que realizara una fulgurante carrera en el sector, en concreto en Citroën. Porque Salarich –precisamente una especialista en comercialización- no está dispuesta a llegar a Martorell para cerrarla. Su gran valedor es Francisco García Sanz, el español que preside el Consejo de Vigilancia de la multinacional alemana, Sanz sí apuesta por la continuidad de SEAT, pero no se engañen: nunca se enfrentará a Piëch. En cualquier caso, Salarich ya ha puesto dos condiciones: nada de cerrar SEAT y nada de venderla durante un periodo de tiempo a pactar.

No olvidemos, demás, que doña Magdalena es deseada por los grupos de inversores españoles que, con el apoyo de la Generalitat, se han mostrado dispuestos a comprar SEAT en el caso de que VW decidiera cerrarla.

Y es que en SEAT no sólo se juegan miles de puestos de trabajo, tanto en Martorell como en la industria auxiliar, sino el declive del cinturón industrial barcelonés y lo que es más importante: la capacidad de España y de Cataluña para recoger un testigo ante el más que previsible proceso de deslocalización de las empresas alemanas en España. No conviene engañarse: desde la llegada de Zapatero a la Moncloa, las relaciones políticas y económicas hispano-alemanas van de mal en peor.