Vuelvo a felicitar a Alfonso Ussía porque, desde el diario La Razón (domingo 24), ha tenido la valentía de poner el dedo en la llaga de la telebasura: Basta ya de colocar a Sardá en la picota. Sardá es un tipo listo, incapaz de encontrarle otro sentido a la vida que la fama. Abandonó sus talentos naturales porque el talento se situaba en los puestos medios de audiencia, mientras que ofendiendo las distintas sensibilidades y divirtiendo a quien no tiene sensibilidad alguna, consiguió encaramarse a lo más alto del podio.

Aclara Ussía que el primer culpable es el consumidor de Telemierda. Tiene toda la razón. Pero después, y ahí radica el coraje, señala con el dedo, no a los realizadores, sino a los presidentes del Consejo de Administración y a los propietarios. Por ejemplo, señala Ussía con el dedo, a los Ibarra y Bergareche, del grupo Vocento, que han promocionado la telebasura de Sardá, sin frenar a su socio Berlusconi. Todos ellos han obtenido sus buenos dineros del veneno tóxico vertido. Y opera a juicio de parte: en un artículo anterior no dudó en sacarle los colores a A-3 TV, presidida por José Manuel Lara, máximo accionista de La Razón.

Hay que apuntar a la cabeza. Ya está bien de aguantar el feminismo académico del jetas de Juan Luis Cebrián, que luego se forra el riñón con el mercado del sexo (ojo, sexo pluralista: hetero y homo), que cosifica a mujeres y gays. Y a Vocento, y a Lara, y a Polanco, a todos estos fabricantes de basura no reciclada. El culpable no es Sardá. El culpable es el público que consume y el presidente que engrosa el beneficio. Sardá huele mal, pero José María Bergareche, Jesús Plalnco o José Manuel Lara huelen muchísimo peor. Naturalmente, el Gobierno Zapatero acaba de perpetuarles como detentadores del oligopolio televisivo para la era digital.

Eulogio López