• Su hermano Emilio quiere romper la "sindicatura familiar" que controla el Santander y repartir el patrimonio.
  • Al igual que hizo Emilio Botín López con sus hijos, Emilio Botín Ríos y su hermano Jaime (Santander y Bankinter).
  • El segundo frente es el de los fondos, de cara a la Junta donde se ratifique a Ana Patricia como presidenta.
  • Y ojo, a Luis de Guindos no le han gustado ni las formas ni las prisas en la sucesión.
  • Tercer frente: el equipo directivo. Javier Marín, Juan Rodríguez Inciarte e Ignacio Benjumea temen por su futuro.
  • Ya se especula con el regreso de Jaime Pérez Renovales.
  • Pero APB no puede entrar como un elefante en una cacharrería.
  • Por último, la trinchera mediática: Ana Patricia mantiene buenas relaciones con Pedro J. Ramírez; el Consejo Empresarial para la Competitividad, no.

Ana Patricia Botín (APB) (en la imagen) tendrá que afrontar al menos cuatro enemigos para su consolidación como presidenta del Grupo Santander.

En primer lugar, la sucesión familiar. Emilio Botín deja seis hijos que, controlan, al menos oficialmente, más del 2% del capital del Banco Santander a modo de sindicatura familiar. Es más, pocos meses antes de morir, Emilio Botín había repartido entre sus hijos un 0,4% del capital del banco (sobre 91.500 millones de capitalización, el asunto no es una broma), hasta quedarse en el 0,30%. APB se entiende perfectamente con su hermano Javier Botín pero no con Emilio Botín. Y hay tres hermanas más. En definitiva, Emilio Botín Jr., que vuela sólo en sus andanzas financieras y que poco ha tenido que ver con la dirección del banco, opta porque ahora, con una nueva generación al mando, se repetiría el modelo de su abuelo, Emilio Botín López, quien repartió el grupo familiar, otorgando el Santander al primogénito, Emilio, y Bankinter a su hermano pequeño, Jaime Botín.

No era lo que pretendía el banquero fallecido, partidario de mantener la sindicatura familiar del Santander. En definitiva, quiere el modelo de la familia Entrecanales en Acciona o de la familia Del Pino -que a punto estuvo de romperse- y teme que al Santander le ocurra lo mismo que a El Corte Inglés, donde parte de la familia del tronco Areces puso en apuros a Isidoro Álvarez cuando quiso irse y no con la valoración que le ofrecía El Corte Inglés. Y ganaron en los tribunales. Es cierto que el Santander cotiza en bolsa, por lo que existe un precio de referencia de las acciones pero...

Frente institucional. La sucesión se ha hecho de forma fulgurante, tal y como lo tenía previsto Emilio Botín. Es más, para vencer la resistencia -que la hubo- se empleó velocidad de crucero: es decir, que APB ha sido presidenta por la vía rápida de Internet.

El Gobierno Rajoy ha alabado la figura de Emilio Botín López de forma clara y contundente. Es más, el Banco de España ha aceptado la fórmula. El protocolo secreto dejado por Emilio Botín no contradecía el protocolo de sucesión que todo banco sistémico debe enviar al Banco de España, pero eso no quita que al ministro de Economía, Luis de Guindos, no le hayan agradado ni las formas ni las prisas en nombrar sucesor. "No es una cuestión de huevo sino de fuero", aseguran  en Economía. Vamos, que nada tiene contra Ana Patricia Botín, pero sí con las formas con las que ha llegado a la Presidencia. Y esa opinión es la misma que mantienen los fondos accionistas del Santander. Para entendernos, a los fondos no le disgusta Ana Patricia Botín (APB), lo que les disgusta son las empresas familiares, pues vivimos en tiempos de despersonalización de los mercados financieros. A los fondos, digo, no les gustan las empresas familiares porque no les gusta la familia, institución como es sabido, poco empresarial y un tanto anticuada. Habrá que ver lo que votan en la Junta General de accionistas que ratifique a APB como presidenta. Quien busque poner zancadillas al proceso tendrá en los fondos un buen aliado.

Aun puede ser más importante que el institucional, aunque no tanto como el familiar, el frente de los directivos del Grupo. Ana Patricia no puede entrar en el Santander como un elefante en una cacharrería, dándole la vuelta al Consejo y al Comité de Dirección. Por decir algo, el Ceo Javier Marín; el director general Juan Rodríguez Inciarte o el secretario del Consejo, Ignacio Benjumea, el abogado eterno de Botín, no se entiende con Ana Patricia Botín. Tenían la esperanza de que no se cumpliera la sucesión prevista para cuando Emilio Botín cumpliera los 80 años de edad (próximo mes de octubre) y su fallecimiento aún les provoca más estrés.

En general, se puede decir que APB no cuenta con equipo en el banco del que era consejera. Incluso, en materia jurídica, Ana Patricia se entendía muy bien con Jaime Pérez Renovales, quien desde Moncloa ha terminado su reforma de la Administración pública y podría volver al banco. Y lo dijo Herrhausen: lo más importante es el abogado y el periodista.

Queda un cuarto frente: el mediático, más institucional que el institucional. A nadie se le oculta que el ascenso de Ana Patricia Botín ha hecho que se le iluminen los ojos a Pedro J. Ramírez, que pretende montar su nuevo diario, El Universal (ha pasado del mundo al universo). Pero si Pedro J. le gusta a APB, no agrada al Consejo Empresarial para la competitividad, el gran poder económico... que se cargó a Pedro J. Ramírez. Y don Pedro busca venganza. En definitiva, Ana Patricia tendrá que dejar claro antes los Alierta, los Fainé, los Sánchez Galán, etc, el quién somos y, sobre todo, adónde vamos.

Para ser franco, no es que El Universal sea el trasatlántico del mundo mediático español. El Santander se entiende con Prisa, con la nueva Unedisa, con Atresmedia y con Vocento, presidido por Rodrigo Echenique, el directivo del Santander más fiel a la familia Botín. Pero sí puede ser un elemento de tensión. Además, ya saben que los poderes económicos sólo entienden una cosa de un medio informativo: estás conmigo o estás contra mí.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com