Qué complicado se nos ha puesto lo de ser de izquierdas desde que el Zapatismo gobierna España.

Antes estaba muy claro: si eras partidario de mucho Estado, ergo muchos impuestos, especialmente de subir el IRPF y no el IVA, que era gravamen de derechas, de subir los impuestos sobre el beneficio empresarial y de reducir la imposición sobre el ducados y el jumilla, que eran vicios obreros, pues ya estaba.

Ahora bien, desde que la izquierda se hizo puritana, y ya no bebe ni fuma por aquello del calentamiento global y -sobre todo- por el canguelo a morirse, el panorama ha cambiado mucho.

Ahora es la izquierda quien alienta la imposición confiscatoria contra el tabaco y el alcohol y la que sube el IVA, porque no hay que consumir tanto -otro tinte puritano- y porque lo que hay que hacer no es darle dinero a El Corte Inglés, sino a ZP, que él lo reparte mucho mejor que Isidoro Álvarez y, además, lo hace con solidaridad.

Así pues, este es el momento idóneo para hacer un repaso de principios generales de política fiscal en su apartado ético-moral-deontológico:

1. Los impuestos, de entrada, son siempre malos. La sociedad ideal será aquélla en la que no existiera Hacienda, sino que guiara por un conjunto de ciudadanos propietarios capaces de cubrir sus necesidades sin pedir nada a nadie, tampoco el Estado, en pacífica convivencia.

Los impuestos son malos porque quitan poder al ciudadano y se lo otorgan los gobiernos -el Estado en un ente de ficción que se concreta en un Consejo de Ministros-. Siempre hay que estar luchando por reducir impuestos, no por subirlos. 

2. No hay que perseguir fiscalmente a los consumidores sino a los rentistas. Consumir no es malo -otro rasgo de puritanismo de la nueva izquierda-. Sí, es más difícil perseguir el fraude en el IVA que en el IRPF y en los impuestos laborales, pero éticamente la comodidad no justifica nada.

3. La gente de bien -y al resto que le zurzan- no busca subsidios, busca salarios. Quiere ganarse el pan con el sudor de su frente, no dependen de los favores de Zapatero y del espíritu, más o menos solidario, con el que se levanta cada mañana. No quieren cobrar el paro, quieren trabajar. Por tanto, lo lógico es que si hay que subir -mal menor- los impuestos, y los rentistas se lo han montado de tal forma -gracias a los políticos, siempre deseosos de trabajar para los intermediarios financieros cuando terminen su periplo público- que no hay manera de cogerlos, si en resumen, te ves obligado a subir el IVA, al menos reduce los impuestos que gravan el empleo para poder crear más empleo. O sea, señora vicepresidenta Salgado, que, si hay que subir el IVA al menos reduzca las cuotas sociales.

4. La alusión a la imposición sobre el ahorro, a la fiscalidad de los rentistas, no es baladí. Coincide con un proceso de globalización muy peligroso. Porque el problema de la globalización es que está a medio camino: se han globalizado los flujos de capital, pero no la libertad de circulación de bienes y servicios ni la de los trabajadores. Una de las muchas consecuencias de esta globalización interrumpida consiste en que los gobiernos no pueden perseguir el fraude fiscal de unos mercados financieros que funcionan a escala global, con su correspondientes paraísos fiscales, etc. Por eso, la carga fiscal de los rentistas cae en todo Occidente (18%) mientras sube, o se mantienen en sus niveles confiscatorios y liberticidas, la fiscalidad de empresarios y trabajadores y autónomos, es decir, de los que crean riqueza.

5. El último mandamiento hace relación a los impuestos diferidos, es decir, aquellos gastos que el Estado realiza endeudándose para el futuro. Ejemplo, en España, el Plan E: dinero para que los ayuntamientos creen empleo y regidores tan demagogos como el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón se jacten de haber creado 30.000 empleos haciendo obras innecesarias, según el viejo aforismo seudo-keynesiano de que si hay 50 parados hay que poner a 10 a destruir escaparates y 40 a reconstruirlos.

Hablando de Plan E, lo lógico hubiera sido que el Gobierno se hubiera endeudado y le hubiera dado dinero a las corporaciones locales para que éstas se pusieran al día en el pago a sus proveedores privados, pues la morosidad municipal ha llevado a muchos a la ruina. Así se salvarían puestos de trabajo útiles en lugar de crear puestos de trabajo inútiles. Así que si hay que subir los impuestos de mañana vía deuda, mejor que sea para que el Estado pague sus deudas que para que se convierta en una patronal paralela.

No, el Gobierno ZP incumple los cinco mandamientos.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com