Se plantó delante del micrófono de Radio Intereconomía (De las Artes y las Letras, domingo 23 de octubre) y dijo algo parecido a esto (por parecido, que no exacto, omito las comillas):

Recojo el mensaje de Benedicto XVI sobre la laicidad, sobre dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Y está claro que el César también tiene obligación de darle a Dios lo que es Dios. La labor política y las convicciones no son dos compartimentos estancos Cuando el poder político plantea un mundo sin Dios, la política se desnaturaliza, se queda sin referentes y aparece el egoísmo, que sólo propone la luchadle hombre contra el hombre, un mundo inhabitable.

Las experiencias aplicadas de los últimos años, que han expulsado a Dios de la sociedad, lo único que han conseguido es que el hombre se vuelva un cavernícola y que la propia convivencia se ponga en gravísimo riesgo.

Al final, ¿para qué sirve un escaño si no es para mejorar la sociedad.

Son palabras, o mejor, ideas, o mejor, convicciones, del diputado del partido Popular, Ángel Pintado, sin el menor rubor. Uno de esos escasos diputados y altos cargos del Partido de Mariano Rajoy que están ligeramente cansados de incoherencia y ligeramente molestos con la cobardía, es decir, las dos condiciones más reconocidas del fenómeno centro-reformista.

Al parecer, el único dogma del centro-reformismo es la unidad de España. E incluso tan respetable, aunque no único, principio, sólo ha sido asumido cuando los marianistas se han percatado de lo mucho que el anticatalanismo ha crecido en todas las latitudes. Dicho de otra forma, no sabían que la unidad de España preocupaba tanto a los españoles, tanto es así que Zapatero, un tipo con gran olfato para los votos, ha lanzado a su otro yo, José Bono, como la cara españolista del Gobierno, frente a la cara independentista de un Maragall. Se supone, que el Presidente del Gobierno está en el centro entre ambos extremos, en el punto mismo de la virtud, pero también puede ser que esté en es el canto de la moneda, el canto del duro.

Y es que Rajoy sigue convencido de que no hay nada como no hacer afirmaciones innecesarias para no ser cogido en falta. Se atiene a lo seguro, en este caso la unidad de España- y de los valores sólo le preocupan los bursátiles y siempre que puedan servir para poner contra las cuerdas al Gobierno. Para ello, no ha dudado en rodearse de centro-reformistas. Hablo de Josep Piqué, José Manuel Elorriaga, Francisco Villar, José María Lasalle, Celia Villalobos, Gabriel Elorriaga o Soraya Sáenz de Santamaría. Todo ellos hombres de alma laica mente centrista, aun antes que centrada.

Y esta es la cuestión, que los católicos del PP quieren salir de las catacumbas, espacio de mayor amplitud que el armario, pero igualmente desagradable. Porque para el partido Popular Para Mariano Rajoy, recuperar los principios cristianos que inspiraron el nacimiento de Occidente, del a Europa actual y del propio Partido Popular en la transición democrática tardía, no es una cuestión de principios: es, sencillamente, la alternativa política que les queda. En breve, el insensato pero astuto Zapatero volverá sobe sus pasos y se convertirá en el patriota español más recalcitrante de todos. ¿Qué le queda? ¿El liberalismo económico? ¡Por favor! Si Pedro Solbes puede darle lecciones de liberal capitalismo a Rodrigo Rato

En cualquier caso, en el PP los cristianos comienzan a salir de las catacumbas. Primero fue Jorge Fernández, ahora Ángel Pintado La fiebre puede cundir. Cuidado, Mariano.

Eulogio López