Sr. Director:
La PDD en las farmacias sin receta. Algunas puntualizaciones.

Como farmacéutico, ante la posible aprobación de la dispensación libre, sin receta ni supervisión médica, de la PDD (píldora del día después) en las farmacias, me gustaría hacer un conjunto de reflexiones de tipo profesional:

  1. Como todo medicamento, el levonorgestrel (principio activo) tiene efectos secundarios (aunque lo diga la señora ministra). Como no lleva suficiente tiempo en el mercado (se aprobó en 2001) su plan de farmacovigilancia aún está incompleto; si bien es cierto que los efectos indeseables no parecen ser de demasiada importancia, (sangrado, dolor de cabeza) nadie en su sano juicio puede afirmar que no los vaya a tener y graves a largo plazo (caso del Agreal®, por recordar alguno reciente). En todo caso hay documentadas un conjunto de interacciones serias.
  2. La experiencia con niñas menores de 16 años es inexistente, según consta en la propia ficha técnica del producto. Aprobar su uso indiscriminado y sin control médico en cualquier edad parece, cuando menos, irresponsable.
  3. En la ficha técnica del producto consta que no es más que un método anticonceptivo de emergencia y bajo ningún concepto un método anticonceptivo más. Si no hay control médico y su dispensación no consta en la historia terapéutica de la paciente, se pueden cometer abusos que pongan en peligro la salud de la misma.
  4. Sobre el mecanismo de acción, que alegremente, se ha dicho por parte de las ministras que no es abortivo, permítaseme expresar cuando menos mi duda al respecto. No es el momento, ni el lugar de discutirlo. No creo que tampoco importe mucho a las señoras ministras, pues el cadáver es más pequeño y crea menos problemas a la administración.
  5. Nadie ha demostrado que el uso de la AU (anticoncepción de urgencia) disminuya el uso de la llamada IVE (interrupción voluntaria del embarazo o aborto provocado) como método anticonceptivo con lo que no se consigue el objetivo perseguido. Es más, datos muy serios apuntan a que se abandona el uso de otras medidas higiénico sanitarias (abstinencia, condón, fidelidad) y aumenta el riesgo de contraer enfermedades de trasmisión sexual.  

En definitiva, que no veo justificado la autorización del mal uso de un medicamento sin conocer siquiera la opinión de todos los expertos para una evidente medida electoralista que poco o nada tiene que ver con la salud de las personas.

Sin receta y control médico, las conclusiones pueden ser imprevisibles e incontrolables por muy buena fe que pongan los profesionales.

Se clasifica como caramelo de menta a un medicamento y eso nunca va a ser bueno, es ir contra la naturaleza de las cosas.

Carlos Adanero Oslé

amemusprofesionem@gmail.com