Sr. Director:

Quien conoce el sistema educativo sabe que el emparejamiento de asignaturas es algo frecuente: Inglés o Francés, Historia del Arte o Geografía, Música-Tecnología o Física y Q-Biología y Geología etc...

Privar a una asignatura de su pareja es facilitar su ninguneo. Sólo ocurre cuando se trata de la asignatura de Religión y suelen hacerlo precisamente los políticos que piensan que la Religión es una superstición, una creencia parangonable a la fe en los nomos y los elfos. No se entiende tanta beligerancia contra un mito tan ridículo como Jesús y su obra.

Para dificultar que se conozca esta secta católica valen todo tipo de argucias:

1. Confundir diciendo que no se puede evaluar la fe personal (mentira grosera: esta asignatura sólo evalúa el conocimiento de la religión, no, obviamente, su vivencia particular. No puntúa ir a Misa...)

2. Privarla de alternativa, fomentando la renuncia del alumno

3. Impedir que compute o cuente para nada (dictat en la línea de transmitir el mensaje de que la Religión no sirve para nada).

Los perseguidores de la Religión lo han probado todo para eliminarla del mapa personal y social (no pueden olvidarse los martirios de los años 30), sin embargo los tiempos centristas que corren en la actualidad parecen aconsejarles aislar a la Religión como método más eficaz y sutil.

Y frente a los argumentos, simplemente no los quieren entender. No quieren entender que la libertad de enseñanza es un derecho humano, no una concesión o delegación del gobierno de turno, ni del Estado. No se quieren enterar de que es parte del pluralismo social, de que se tiene que financiar con dinero público (porque también pagan los ciudadanos católicos, y no sólo para que se les obligue a sufragar el crimen abortista).

El Estado puede ser todo lo aconfesional que le dé la gana ,pero el ciudadano puede ser todo lo confesional que idem y con el derecho a que el Estado no meta sus manazas en la educación moral y religiosa de sus hijos..

Por ejemplo en 2º y 3º de ESO sólo se imparte una hora de Religión a la semana. Es inexplicable la inquina encorajinada de un gobierno contra esta minucia de libertad que disfrutan estos alumnos. Ni siquiera esos ridículos minutos dedicados a formar con mayor plenitud a los alumnos, les parecen tolerables a los tolerantes socialistas...

No se trata pues de una oposición surgida de la razón sino del odio emocional contra el catolicismo, convenientemente fomentado desde ciertos programas televisivos, radios y periódicos.

Alberto Báez

baezal8@hotmail.com