Es lo que pasa cuando han leído mucho sobre un autor y no has leído al autor mismo, al original. Mala práctica de una sociedad informativamente saturada: te llevas muchas sorpresas. Por ejemplo, yo había leído algún manual y un montón de artículos -varios de ellos especializados, sobre E. F. Schumacher, de título "Lo pequeño es hermoso". Ahora he leído el libro y descubierto que mi imagen sí tenía que ver con la realidad pero no con toda la realidad de Schumacher.

Lo pequeño es hermoso es en efecto, una defensa de lo pequeño contra lo grande, pero es, sobre todo, la obra de un converso anglo-alemán que descubrió que la economía nada vale sin la moral. Por ejemplo, sus citas sobre el amigo Gandhi, cuando advertía contra las ensoñaciones de "sistemas tan perfectos en los que nadie necesita ser bueno". Pero me gusta más otra frase del líder indio -que no hindú- también citada por Schumacher: "La tierra puede proporcionar todas las necesidades del hombre pero no toda la codicia de cada hombre". Y es que esta proposición sí que apunta al problema ecológico, tan querido por el alemán-británico Schumacher.




Gandhi contradecía al gran Keynes, cuando afirmaba que todavía no era el tiempo del retorno "a algunos ciertos principios de la religión y la virtud tradicionales", como aquello tan cristiano de que la "avaricia es un vicio, la usura un crimen y el amor al dinero algo detestable".

Schumacher responde a Keynes, con mucha razón, que "un hombre dirigido por la ambición y la envidia pierde el poder de ver las cosas tal como son en su totalidad y sus mismos éxitos se transforman entonces en fracaso".

Es decir, la habitual confusión entre maldad y locura que no entre locura y maldad. No es loco el que se vuelve malo sino el malo quien se vuelve loco porque es incapaz de contemplar la realidad tal cual es… y ésta es la definición misma de locura.

Además, el señor Keynes, progre de la época -por tanto, bastante más inteligente que los progres de ahora- se equivocó de lleno: la codicia no es un valor económico. De hecho, ha sido la causa de la actual crisis financista, crisis permanente, de la que no hemos salido aunque Obama, Merkel y Rajoy lo repitan. Ha sido una crisis donde se ha atentado contra los principios cristianos. Por ejemplo, contra el principio de que el dinero sólo es un medio, no un fin.

En efecto, ¿en qué consiste la economía financista de 2014, es decir, la crisis de 2007 En que nos hemos dedicado a producir, no bienes y servicios, sino dinero. Y así, "toda enfermedad proviene de cambiar la sabiduría por la técnica, opone Schumacher a Keynes. Y, por si no había quedado claro que la economía no es otra cosa que la moral del bien común, vuelve de nuevo a Gandhi, que no era precisamente cristiano aunque su filosofía sí lo fuera: "Hay que reconocer la existencia del alma aparte del cuerpo y su naturaleza permanente. Y este reconocimiento debe representar una fe viva. En última instancia, la no violencia de nada sirve a aquellos que no poseen una fe viva en el Dios del amor". Esto no es de Juan Pablo II, es de Gandhi. Y Schumacher deduce de ello que, dado que el pensamiento económico está basado en el mercado, nada hay de sagrado en la economía -la ciencia más 'sagrada' del siglo XXI, porque nada que tenga un precio puede considerarse sagrado.

Al final, resulta que la economía es moral, no sólo porque la economía deba ser moral sino porque de otra manera no funciona. Además, los mercados financieros son demasiado grandes. Y sólo lo pequeño es hermoso, lo grande resulta ingobernable. Como la economía actual.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com