En su esperado Informe de Prospectiva 2030, la patronal eléctrica concluye, en el mejor estilo de la casa, que todas las energías son necesarias, pero aclara que la nuclear sale por 36 euros MW/h, frente a los 72 de la eólica y a los ¡380 euros de la solar! Asimismo, recuerda que las nuevas tecnologías del carbón limpio le convierten en un combustible necesario, que produce luz a 47-61 euros. El mensaje de UNESA al Gobierno Zapatero está muy claro: sería una estupidez prescindir de la energía más necesaria y más eficaz contra el cambio climático: "Durante los próximos 20 años, para el sector es fundamental mantener el parque nuclear". ZP oculta que el sobrecoste de la energía verde lo pagamos todos de nuestro bolsillo

Un informe muy esperado, al que ha tenido acceso Hispanidad, elaborado por los que se supone son los mejores expertos en suministro y coste energético: la patronal eléctrica UNESA, titulado "Prospectiva de Generación Eléctrica 2030". Sus conclusiones son claras: la nuclear es la energía mas barata, la más necesaria como soporte básico del suministro y la más eficaz y limpia frente al cambio climático. Un mensaje que llega en el momento en que el Gobierno Zapatero utiliza las energías renovables como argumento electoral, enamorado de Kyoto y en breve de Bali y donde el Ejecutivo podría comenzar -sólo comenzar- el desmantelamiento del parque nuclear español con la central de Garoña.

Según UNESA, el coste de la energía nuclear es de 36 euros por MW/h. Ojo, ese coste se desglosa de la siguiente manera: 21 euros corresponden a inversión, por otros 10 de operación y su mantenimiento, mientras el coste del combustible apenas superaría los 5 euros... dándose la circunstancia de que el parque nuclear es moderno y, sobre todo, a efectos contables, ya está amortizado.

No sólo eso. Igualmente llamativo resulta el coste que en el informe se asigna a las nuevas tecnologías de carbón, la bestia negra de los ecologistas. El carbón representa el complemento ideal para la nuclear, entre otras cosas como instrumento de regulación. Ahora bien, por lo tanto, aún con el coste de los derechos de emisión -coste motivado por intereses políticos-, que se dispararán a partir del próximo 1 de enero, la utilización del carbón para producir electricidad continúa siendo rentable, si se utilizan ecologías limpias. Es decir quemar carbón pero en centrales con capacidad de captura y almacenamiento de CO2 -amén de tratamiento del azufre-. En definitiva, un carbón menos contaminante. Pues bien, existen varias tecnologías, pero UNESA concluye que podríamos hablar de una energía térmica de carbón a un coste de entre 47-61 (dependiendo de la tecnología ‘limpiadora' que se utilice). Eso a pesar del subidón del precio de la materia prima durante 2006 y 2007 y prescindiendo del relevante hecho de que se trata del combustible más inagotable con el que cuenta el planeta (tras el hidrógeno, claro está).

Pues bien, el carbón limpio se situaría en un precio un poco más barato que el gas de ciclo combinado, que según el informe se ubicaría entre los 50 y los 65 euros por MW/h, según un precio obtenido de la evolución del gas, indexado, como es sabido, sobre el precio del petróleo brent y del tipo de cambio.

Ojo, que la entusiasta apuesta del Gobierno Zapatero por la ecología eólica y por la solar nos lleva a precisar de turbinas de gas en ciclo abierto (sólo con la turbina de gas, sin turbina de vapor). Así lo prescribe la Planificación Energética del Gobierno para el periodo 2007-2016. Y es que nadie en su sano juicio puede fiar al viento el suministro energético, y más en un país no especialmente ventoso, como es España. Ahora bien, esas turbinas de gas en ciclo abierto nos salen por entre 100 y 120 euros por MW/h.

Aerogeneradores. La eólica terrestre cuesta una media de 70 euros por MW/h, cifra que se eleva hasta los 74 euros en el caso de la eólica marina. En resumen, el doble que la nuclear -e insistimos, sin contar con que el parque nuclear español ya está amortizado, porque, en pocas palabras, lo que cuesta en la energía nuclear es construir la central). Y no se crean por ello que los molinillos nos salen mucho más baratos como inversión inicial: según el mismo informe de la patronal, cada MW de energía nuclear exige una inversión inicial de 2 millones de euros, pero la eólica nos cuesta entre 1 y 1,2 millones de euros... que los españoles devolvemos con creces a la empresa que lo pone en marcha... a través del recibo de la luz y de nuestros impuestos.

Y el premio gordo de carestía se lo lleva la energía más amada por el Gobierno Zapatero: la solar. El coste de la fotovoltaica es de 380 euros por MW/h, esto es, que le sale a Juan Español por 10 veces más que la energía nuclear. Y cada MW supone la friolera de 5 millones de euros en inversión: lagos de paneles solares que las empresas concesionarias, y un buen ramillete de millonarios españoles, controlan y que nosotros, el conjunto de la ciudadanía, les retribuye generosamente... a mayor gloria del planeta tierra y del bolsillo de los pudientes. Como el anuncio, lo hacemos por ella, y por ellos.  

En resumen, UNESA, en el mejor estilo de la casa, el de no molestar ni al Gobierno que regula el sector ni a las empresas que las componen, que poseen centrales nucleares, ciertamente, pero también parques eólicos y huertas solares (y biomasa, que en el ranking de energías onerosas se sitúa por encima de la eólica y por debajo de la fotovoltaica), concluye que todas las energías son necesarias para asegurar el suministro, pero deja claro que a los españoles nos cuesta un ojo de la cara dárnoslas de verdes y que los particulares están financiando un negocio suculento de las grandes fortunas, a la par que financiando la más poderosa  -y demagógica- campaña electoral del PSOE. Eso sí, todo lo anterior revela una gran preocupación medioambiental.

Y es que todo se funde en la tarifa. Y si la tarifa no sube porque estamos en periodo electoral, entonces financiamos a los ricos a través de nuestros impuestos: por eso no nos damos cuenta de la estafa. Para ser exactos, la broma de Kyoto y de las renovables nos va costar a los españoles unos 4.000 millones de euros en 2007. Demasiado caro por una foto de Zapatero con Bill Clinton o Al Gore.

Para concretar, las conclusiones del Informe de UNESA son cuatro:

1. Durante los próximos 20 años para el sector es fundamental mantener el parque nuclear, tanto por tazones de reducción del efecto invernadero como para reducir la dependencia energética y el aplanamiento de los costes.

Traducido: la nuclear es la energía barata, sería un suicidio prescindir de ella.

2. Es fundamental incorporar tecnologías a largo plazo, tecnologías de base y con costes razonablemente estables, como las nuevas centrales nucleares (varapalo al Gobierno, que no sólo no admite nuevos reactores de tercera generación, sino que se niega alargar el plazo de vida de los ya existentes) y las térmicas de carbón limpio.

3. Es importante introducir mayor cuota de energías renovables pero, atención, dependiendo de la capacidad que puedan generar estas tecnologías para reducir sus costes y para que se desarrolle la integración técnica de estas tecnologías en el Sistema. Dicho de otra forma: energía limpia sí, pero siempre que consiga producir KW a menos precio de plata, que no de oro y siempre que no pretendan constituir el esqueleto del suministro, sino su complemento, esto es, que se integren en un sistema del que no son el eje.

4. Se hacen necesarias "políticas de demanda dirigidas a conseguir un uso eficiente de la energía y el apalancamiento relativo de las curvas de carga". En plata, hábitos de consumo que -electrodomésticos programables, calefacción con programador, etc., siempre bajo el principio de convencer en lugar de sancionar, esto es, sin caer en el fanatismo verde, que consiste en fastidiar al ciudadano y volver a la caverna.

En un reciente debate celebrado en Madrid, los dos secretarios generales de CCOO y UGT se alineaban con el presidente de la patronal UNESA, Pedro Rivero, en defensa numantina de la energía nuclear frente a los verdes de Green Peace. Y es que Cándido Méndez y José María Fidalgo son tan verdes como cualquiera, pero no tontos, y saben muy bien quién paga la aventura ecológico-electoral de ZP: los consumidores.