El mundo hispanoamericano y el panamericano también- ha salido aún más dividido de la Cumbre de las Américas, celebrada en Mar del Plata (Argentina). El presidente norteamericano, George Bush, propone un acuerdo de libre comercio, y el chileno Ricardo Lagos, el mexicano Vicente Fox le apoyan. Enfrente tiene al venezolano Hugo Chávez, representante del nuevo indigenismo demagógico hispanoaméricano, manipulando a esa pobre marioneta en que se ha convertido Diego Armando Maradona.

Los países del Mercosur, especialmente Argentina y Brasil, han rechazado el plan de Bush. Néstor Kirchner hace bien en rechazarlo, pero no por las razones que lo hace. Kirchner se parece mucho a Zapatero : ambos tienen un olfato muy desarrollado para buscar votos en los rincones más sensibles a la demagogia.

En otras palabras, Bush considera que el libe comercio es el mejor instrumento contra la pobreza. Y así es, sólo que debe ser un comercio libre, no una apertura del gallinero a la zorra. Lo que propone Bush es el esquema mismo de la globalización: la globalización comercial es buena, mientras sea verdadera globalización. En otra palabras. Los países hispanos han hecho bien en rechazar el ALCA mientras no se den dos condiciones. La primera, que Estados Unidos se pese al liberalismo y suprima las subvenciones a sus productos, especialmente agrícolas, así como el resto de cortapisas al libre comercio. La segunda: que libre comercio no sólo consiste en abrir las fronteras a capitales y productos, sino que debe incluir el tercer factor de la producción, el más importante: el trabajador. Si Estados Unidos no abre las fronteras a los trabajadores hispanos no puede hablar de libre comercio : es una broma macabra.