Las mujeres progresistas, o sea, la del PSOE, le prepararon un fiesta muy bonita al presidente del Gobierno español, en las pertas del Congreso de los Diputados, cuando Sus Señorías acababan de aprobar la Ley sobre Igualdad y un montón de respetables señoras progres –algo más agraciadas que las batasunas- cantaban a coro: "ista, ista, ista, Zapatero feminista" (el mismísimo Fénix de los Ingenios se hubiera sentido desalentado por este genial ejercicio de ritmo y métrica).

Al adulado se le veía muy feliz, a pesar de que uno siempre ha pensado que sólo hay una cosa más tonta que un obrero de derechas: un varón feminista. ZP habló de que esta ley haría una "nueva era", y la burguesía catalana –progresista, claro- representada por la Vanguardia da un paso más y habla de un "nuevo orden social": «La Ley de Igualdad es "una norma de enorme trascendencia, con tonos de reforma social, que se propone la igualdad de trato y de oportunidades". Pero "queda mucho trecho por recorrer". "España da sin duda un gran paso adelante hacia la igualdad de género". "En síntesis, una ley que pretende lograr la igualdad entre los españoles y las españolas, que elimina barreras y que es una clara apuesta por un orden social nuevo, en el que la mujer tenga las mismas opciones que el hombre"». Todavía no hemos llegado al "Nuevo Orden Mundial", pero lo estamos tocando con los dedos. Lo de Nuevo Orden era también una expresión muy querida del nazismo, pero no conviene profundizar en tan machistas acepciones. Y el fascio siempre tuvo la consigna del Nuevo Orden por bandera. Tiene usted razón, Mr Bean: caminamos hacia una sociedad nueva, otra cosa es que nos guste.

La norma decreta la igualdad forzosa ente hombres y mujeres, lo que no deja de ser un insulto a la mujer. El espíritu de la nueva ley es el siguiente: como sois medio lelas, os vamos a reservar, coactivamente, cuota de poder político y económico, porque de otro modo no alcanzarías las alturas del varón. Recuerda lo de aquel oficial norteamericano en el Japón de la posguerra, cuando bramaba: "A estos amarillos los hago yo demócratas aunque tenga que fusilarlos a todos". Pues eso, sólo que ZP no nos hace demócratas, sino feministas.

Y naturalmente, la norma no apoya a la mujer en la única discriminación natural –maravillosa y vital, pero discriminación- que sufre la mujer en su competencia laboral frente al varón, que es la maternidad. Es sabido que el feminismo odia la feminidad y, por tanto, la maternidad, y que no es más que un lobby de poder, donde unas pocas -vanguardistas, claro- se erigen en portavoces de la totalidad. Por eso, la norma habla de paridad en las listas electorales y en los consejos de administración, pero no habla de salario maternal, es decir, no habla de que la sociedad reconozca una labor de la mujer, la más importante para todo el tejido social y para toda la raza humana: tener hijos. Las feministas, y con ellas ZP, lo único que quieren es entronizar la injusticia de la igualdad forzosa y fomentar la guerra de sexos, la batalla más estúpida de la modernidad: media humanidad contra la otra media. Al feminismo no le importa la felicidad de la mujer, sólo el poder.

Pero lo preocupante no es la ley de Igualdad, cuando el zapaterismo caiga, habrá que limpiar todo el corral. Nos ha tocado en suerte el personaje más resentido e insensato de todo el periodo democrático, capaz de retrotraernos a la Guerra Civil que ya habíamos olvidado, y no son pocos los votantes de derechas que añoran a Felipe González, peor eso podemos superarlo. No, lo peligroso no es la ley de igualdad, sino la gallinácea historia de las feministas agasajando a su hombre a las puertas del Congreso. Digo esto porque la mujer es demasiado importante. España puede permitirse docenas de Mr. Bean, catástrofes con patas pero de carácter accidental y transitorio. Pero ni España ni la humanidad pueden permitirse una mujer ridícula (bueno, una sí, pero no muchas más). Una mujer ridícula es aquella que prefiere seguridad a libertad, subvención a derecho, privilegio a mérito y comodidad a felicidad.

Podemos soportar presidentes absurdos, pero no mujeres ridículas. La mujer es mucho más importante que muchos gobiernos. El futuro del hombre, y de la humanidad, depende de ella.

Eulogio López