La Ley audiovisual aprobada en el Congreso se preocupa por los males que la tele pueda ocasionar en los niños: no admitirá en horario infantil ningún tipo de anuncios que discrimine por razones físicas (en horario de adultos, sí) como, por ejemplo, los que exhiban a gordos y gordas a los que se venden regímenes adelgazantes.

Pornografía sí, porque eso es preparar a los niños para la vida adulta, pero discriminación en otras cuestiones más graves, como por ejemplo la discriminación por razón de sexo, resulta, digámoslo de una vez, inadmisibles.

Cuando desde Hispanidad acusábamos de que el Zapatismo estaba pergeñando un espejismo de pluralismo informativo, sobre todo en el área televisiva, un verdadero oligopolio reducto de la libertad de información, se nos tildaba de exagerados.

Pues bien, el Oligopolio televisivo avanza, según sus pautas habituales de toda concentración. En primer lugar, que no tiene fin, hasta la frontera misma del duopolio: Tele 5 se alía con PRISA (dos almas gemelas,  Janli Cebrián y don Silvio Berlusconi- y A3 TV con La Sexta.

No sólo eso, primero se les concede canales en abierto (sólo a los miembros del oligopolio, claro está, que además, controlan radio y prensa papel) y luego se les abrió el camino a la TDT de pago, para que obtengan recursos por los dos lados.

Y más: se suprimen los anuncios de RTVE y el coste lo pagan los operadores de telecomunicaciones.

Naturalmente, el oligopolio aprovecha que el Pisuerga pasa por Valladolid para  subir las tarifas publicitarias y para controlar, además, los contenidos, la llave del futuro. Quien quiera vender un producto ya sabe dónde acudir, porque no podrá acudir a nadie más.

Finalmente, el plan de ayudas públicas a la prensa, fondos públicos para que los editores sobrevivan y mantengan el negocio en marcha a pesar  de estar quebrados.

Y ojo, porque el oligopolio televisivo es el oligopolio informativo. Basta que le añadan a RCD-El Mundo y a Vocento, y comprenderán que la prensa escrita, así como en la radio, ocurre lo mismo que con la tele: está en manos de los mismos.

Naturalmente, lo peor no es el oligopolio mercantil, sino el monopolio informativo, el pensamiento único que se desarrolla a través de los elegidos, cada vez menos, cada vez más poderosos, cada vez más estúpidos.

¿La solución? Como siempre, en Internet. No es casualidad que los miembros del oligopolio empleen la excusa de la propiedad intelectual para fumigarse a toda la prensa independiente de Internet y al periodismo ciudadano. Es que se les rompe el oligopolio.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com