Cuando en 1982 llegó al poder el PSOE, el entonces todopoderoso vicepresidente Alfonso Guerra lo dejó bien claro: "Aquí no puede suceder como en Francia. No puede ser que el Gobierno esté en una sala esperando a que, en la sala contigua, el partido decida qué es lo que hay que hacer". Más recientemente, su superior, Felipe González se lo aconsejaba a José Luis Rodríguez Zapatero, horas después de la victoria electoral del 14-M: Se Gobierna desde Moncloa, no desde Ferraz (calle madrileña donde se encuentra ubicada la sede socialista).

 

Pues bien, como Zapatero se descuide lo más mínimo, esta regla puede romperse. Por el momento, la ha roto ya la secretaria de Estado de Cooperación (sin duda, la  Secretaría de Estado más golosa de todo el Gobierno), Leire Pajín. La señora Pajín, toda roja, feminista, le ha dado un buen corte de mangas a su superior, el responsable de la diplomacia española, Miguel Ángel Moratinos: en su departamento, es decir, en la casa de la diplomacia española, no va a aceptar "ni  hombres, ni diplomáticos". Al menos ni hombres, ni diplomáticos con mando en plaza, naturalmente. Para servir el café o llevarle los papeles sirve cualquiera.

 

Fue la diputada más joven de la pasada legislatura, por el PSOE. Su trabajo parlamentario apenas se conoce, su formación es nula, pero se ha pasado cuatro años detrás de una pancarta, apuntándose a cuantas causas nobles fuera necesario defender, especialmente a las causas feministas y gays. Desde luego, cualquier ONG o asociación humanitaria dependiente de la Iglesia Católica, por ejemplo, Cáritas, que se vayan preparando, al menos, en la esfera internacional.

 

Pero lo malo no es eso. Lo malo es que cuando Miguel Ángel Moratinos ha tratado de imponerle algún diplomático, Pajín se ha subido a la parra y ha amenazado con buscar apoyos en el partido. El canciller español, naturalmente, ha reculado. Moratinos es conocido en el cuerpo diplomático por ser un tipo simpático, pero de ideas no especialmente firmes y siempre abierto al diálogo con tal de mantenerse en el cargo. Así que ha preferido no abrir un enfrentamiento con la muy socialista, y muy feminista Pajín. A partir de ahora repartirá la ayuda española al desarrollo y la política de Cooperación que, en contra de lo que suele creerse, es la que mayor preparación técnica precisa. Al final, Pajín aplica la vieja máxima: ¡Qué horror, hombres, mejor cerdos, que dan jamones!

 

Por otra parte, el simpático Moratinos ha nombrado  a su segundo en la persona de Bernardino León, un personaje tan simpático que hasta sabe tocar la guitarra y cuenta especialmente bien los chistes. Por más señas, bien visto y muy recomendado por el polémico director general saliente del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Jorge Dezcállar. Sólo hay un problema, muchos diplomáticos consideran que el cargo de Secretario de Estado de Exteriores (en su totalidad manifiesta) le viene largo. También Bernardino León intentó que Pajín entrara en razón, pero no lo ha conseguido.

 

Otra clave de la nueva política exterior española es el jefe de Gabinete de Moratinos, Javier Sancho, un burócrata que tiene la gran capacidad para sacar de quicio al cuerpo diplomático acreditado en España. Los embajadores se quejan de que no es posible, no ya hablar con el ministro, sino hablar con el propio Sancho.

 

Hablando de política exterior, otro rasgo feminista es el nombramiento de Mercedes Rico Carabias como directora general de Asuntos Religiosos. Como ya hemos informado, Rico Carabias ha sido nombrada para renegociar el Concordato con el Vaticano. Pues bien, a Moratinos ya se le ha dicho que en ese punto él no pinta nada. Por de pronto, Carabias ya empieza manejar la gran amenaza con la que en su día ya amagara Carlos Solchaga: cobrar el impuesto de patrimonio a la Iglesia. Si algo tiene la Iglesia es patrimonio inmobiliario… y en pleno centro de las ciudades.