Sr. Director:

¿De dónde vienen la financiación de cine, sindicatos, fundaciones o partidos políticos o jornadas y viajes de tantos progres que atacan a la Iglesia en su financiación? ¿Acaso los afiliados los financian con sus cuotas o la mayor parte de esa financiación no procede de los bolsillos de los contribuyentes del de usted lector y del mío? ¿Acaso el porcentaje de ingresos por cuotas de afiliados es mínimo y tremendamente desproporcionado el recibido de subvenciones de ayuntamientos, gobiernos regionales y central? ¿Cuantos dineros deben los partidos a los bancos al préstamo estilo Montilla? ¿Acaso no recibe el grupo PRISA por unos conceptos y otros como darle el canal Cuatro la mitad de lo que recibe la Iglesia?

Acaso en el funcionamiento de la Iglesia los ingresos procedentes del Estado son un mínimo porcentaje en comparación con el total de su presupuesto? En efecto, es un tópico, una falsedad que la financiación al tópico de la financiación de la Iglesia con dinero de los contribuyentes sea al cien por cien cuando esas cantidades solo representan una pequeña parte. En este sentido me parece conveniente recordar que el 70 % de los ingresos de la Iglesia viene de aportaciones de los fieles y de su patrimonio, y que gracias a la labor social de las organizaciones católicas el Estado se ahorra mucho dinero. ¿Cuántos miles de millones de euros nos costaría a los contribuyentes mantener estos servicios si el Estado se hiciese cargo de ellos como centros de atención a enfermos de todo tipo?

En 2004, el presupuesto de la Conferencia Episcopal más el de las diócesis fue de 943 millones de euros. El 63,3 % se cubren con fondos procedentes de donativos de los fieles; el 6,6 % con los ingresos y rentas del patrimonio; el 14 % con la dotación estatal a través del impuesto sobre la renta más un complemento, el resto se cubre con subvenciones que algunas asociaciones y entidades eclesiásticas reciben por servicios prestados al Estado.

Está claro que la Iglesia no se financia por el Estado ni con los impuestos de los ateos, sino con los donativos de los católicos y con los servicios prestados.

Igualmente si se procediese a la devolución e indemnización del inmenso patrimonio robado a la Iglesia por la desamortización de Mendizábal con sus irreparables daños al arte y daños sociales a amplias capas de familias humildes perjudicadas, la Iglesia lógicamente obtendría muchos más ingresos, podría realizar más labores sociales de atención a los ancianos, enfermos, niños tanto en España como en el Tercer Mundo

Enric Barrull Casals

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