No me extrañaría que él no lo supiera o que, al menos, no supiera ponderar el alcance de sus decisiones. A fin de cuentas, la discusión favorita en los bares españoles verdaderos foros populares- es si Zapatero es tonto o es malo, ninguna de las dos o ambas cosas a la vez. Pero el caso es que la hoja de ruta del actual Gobierno español conduce al recorte de libertades individuales y sociales (una verdadera chorrada lo que acabo de decir: las libertades sociales o ciudadanas no existen. Lo único que existe son las libertades individuales reconocidas, que no otorgadas, por el Estado a la persona).

Esto no tiene nada que ver con la expectativa de voto. En España, como en casi todo el mundo hispano, no se vota a favor de sino en contra de. Hay mucha gente convencida de que Zapatero es un desastre con patas que seguirá votando al PSOE para fastidiar al PP, y hay gente que aunque Zapatero fuera una mezcla de Einstein y Churchill, votará PP para fastidiar a la izquierda. Algunos creadores de opinión se refieren a esa gente como la mayoría silenciosa, y estoy por decir que tiene más de mayoría que de silenciosa.

Pero repito, no sé si el interesado es consciente de adónde nos lleva su política, que todo lo reduce a una subordinación de todas las instancias sociales y, lo que es más grave, de las personas, al poder político. Mejor, al poder exclusivamente ejecutivo. Se trata de una reducción acelerada de la libertad en nombre, naturalmente, de la libertad, se trata de una democracia convertida en mera votocracia, como si la democracia se redujera a elecciones libres.

Zapatero tiene tres obsesiones donde pierde el dominus tecum: Iglesia, prensa y justicia. El fallecido, y genial, Jaime Campmany, resumía las tres obsesiones en una frase, y aún le sobraban palabras: Zapatero está empeñado en que su abuelo gane la Guerra Civil. En el único viaje oficial que han hecho juntos, al funeral por Juan Pablo II, Mariano Rajoy le preguntó al Presidente del Gobierno el porqué de esas arremetidas contra la Iglesia católica. A lo que Zapatero respondió con una aspereza impropia de su talante, que afortunadamente los curas no mandan nada en España y que nadie les hace caso, siendo más cierto lo primero que lo segundo. Como se trata de una obsesión, Zapatero acoge en su seno todo aquello que pueda fastidiar a los cristianos, por más que des-moralice a la sociedad española, toda entera. Además, su cristofobia le da votos. España es un país, de un furioso clericalismo anticlerical. Aquí, los comecuras viven pendientes de los tragasantos, y la progresía merodea por las sacristías y se especializa en aquello de lo que huye cualquier creyente sensato : en derecho canónico.

En segundo lugar, la prensa. Zapatero ha fortalecido al oligopolio informativo, tanto a sus componentes encarnados como a los violáceos aquí ya no hay ni rojos ni azules- y le ha mimado con todas sus fuerzas. Más a Polanco, claro, pero con la pretensión de crear un grupo aún más zapaterista que haga frente a Polanco (Globomedia-Mediapro, Roures y los migueles), mientras mata a besos a Pedro J. Ramírez. Presiona a Lara vía Tripartito y adula a un Vocento al que no deja de prometer mayores cuotas de mercado. En el entretanto, la manipulación de la radio y televisión públicas ha alcanzado tales dimensiones que el abajo firmante suspira por la vuelta del profesionalmente fenecido Alfredo Urdaci, un monstruo de la imparcialidad comparado con los Llorente, Milá, Piqueras y compañía.

Hasta ahí la zanahoria. Luego está el palo : amenazas a los periodistas por faltar a la verdad. Precisamente él, Zapatero, que no cree en la verdad, un concepto absolutamente reaccionario, invoca ahora la verdad para implantar sus leyes-censura y sus Consejos-mordaza. Internet también le tiene muy preocupado, pero Internet merece otro tratamiento.

Y quedan los jueces, claro. En toda la transición democrática, ni la UCD de Suárez, ni el PSOE de González ni el PP de Aznar se atrevieron a insultar, directamente o por vía interpuesta es decir, vía ERC, al presidente del Consejo General del Poder Judicial como lo ha hecho el zapaterismo : mentiroso, franquista, etc.

El episodio del Congreso de Batasuna ha sido muy cachondeable. El ridículo de Zapatero, su ministro de Justicia, López Aguilar otro personaje para la historia de la Risa- y su fiscal general, Conde-Pumpido ese amigo de Pedro José Ramírez , que le ha prometido llegar a la Presidencia del CGPJ y del Tribunal Supremo si sigue sus sabios consejos- es como para pensarse la dimisión. La apelación al derecho de reunión o a las potestades del Gobierno para permitir el Congreso de los proetarras, serían cachondeables si no fuera porque se nos ha venido como una estupidez cargada de lógica y modernidad. Al final, ha venido un juez, Fernando Grande-Marlaska, a desautorizar a Zapatero, Aguilar y Pumpido a un tiempo. Por desautorizaciones menores que ésta han dimitido presidentes y han acabado en la cárcel ministros. No han metido la mano en la caja, pero han vulnerado una ley y se han empecinado en proteger, con una serie de argumentos majaderos, a un grupo terrorista. La misma política que con la dictadura marroquí. Si les cedo Ceuta y Melilla, a lo mejor no promueven un atentado en España (¿otro atentado?). Si permito a Batasuna organizar el congreso de Baracaldo, a lo mejor continúan sin matar a nadie y declaran una tregua.

Y no porque me importen mucho los atentados, sino porque soy presidente gracias a 192 asesinados: si volviera a suceder, conmigo en La Moncloa, el gran engaño que me trajo aquí ya no colaría ni entre los grandes odiadores de ese personaje tan acomplejado como altanero que era José María Aznar.

Tres obsesiones distintas y un solo objetivo real: permanecer en La Moncloa por tiempo indefinido. Eso sí, con diálogo y talante.

Eulogio López