Ocurrió hace dos años. Una chica llegó a la Oficina de Violencia de Género de Leganés tras sufrir acoso y agresiones por parte de su pareja, que además, la había dejado embarazada. Las funcionarias de la Oficina no lo dudaron y le arreglaron todos los papeles para que la chica abortara.

Como es lógico, la chica abortó. Acudió en estado de shock emocional e indigencia afectiva a pedir ayuda. Las ayudadoras, le invitaron a quitarse el paquete de encima. Y como un corderito acudió a la clínica para solucionar su problema.

Pero obviamente no solucionó nada. Su decisión fue irreversible y tras la intervención se le cayó el mundo encima: depresión, angustia, insomnio, soledad. Así que regresó a la Oficina a quejarse por semejante ayuda. Lamentablemente su decisión no tiene marcha atrás y deberá de recomponer su persona sin la ayuda de estas altruistas oficinas, que optan por la vía fácil, sin sospechar que la fácil suele salir demasiado cara.

No es un caso aislado. Tanto los servicios sociales como las oficinas de violencia de género recientemente creadas se han convertido en los mayores promotores del aborto en España. Y no hay derecho. Porque al drama de la violencia en casa, estas mujeres deben de sumar el drama de asumir que han acabado con la vida de su propio hijo.

Existen alternativas. La Comunidad de Madrid ha creado la Red de Madres y la sociedad civil tiene mecanismos para apoyar a las mujeres que quieren seguir adelante con su embarazo. En el peor escenario, la adopción sigue siendo un mecanismo válido, que sin embargo, inexplicablemente, no es suficientemente promocionado por las autoridades, más preocupadas en la adopción de canes para evitar su abandono.

No hay derecho al aborto. En primer lugar, porque la nueva criatura no tiene la culpa ni de la violencia doméstica ni de ninguna otra circunstancia. Pero es que además, el aborto es un mal para la mujer. Un drama, según el reciente consenso social. La misma ministra de Sanidad, Elena Salgado, apunta que el aborto debe ser la última opción. ¿Cuál es la primera, Sra. ministra?

Desde el ministerio se afirma a este cronista que ninguna mujer que quiera seguir adelante con su embarazo se queda colgada. ¿Cuál es esa red de madres estatal que ayuda a las mujeres a llevar su embarazo hasta el final? Ya está bien de mirar para otro lado, porque ya hay cerca de un millón de españolitos que no han podido ver la luz. Y necesitamos su sonrisa.

Basta ya de que las asistentes sociales y oficinas de violencia doméstica opten por la vía fácil. Y basta ya de que las administraciones públicas pongan el cheque para financiar los conciertos mientras empresarios desalmados hacen un negocio redondo y negro, en todos los sentidos.

Por ellos, los inocentes, por ellas, por las mujeres, ¡basta ya de esta atrocidad inmoral!

Luis Losada Pescador