Con la entrevista que el diario Expansión realiza a doña Margarita Salas. Prestigiosa científica, podemos matar dos pájaros de un tiro, o denunciar dos de las grandes mentiras de nuestro tiempo. Doña Margarita, que, en contra de los consejos bienintencionados de todas las mentes sensatas, no se jubila a sus 67 años de edad, insiste en que las células madre requieren más investigación. Lo importante es que se permita hacerla, porque sin investigación no se curará nada.

A los 67 años demuestra doña Margarita una enorme capacidad para pronunciar un considerable número de mentiras en un reducido número de palabras, lo que, convendrán conmigo, es todo un arte.

Traduzcamos a nuestra PC (prestigiosa científica): lo importante es que se permita investigar. Bueno, para desgracia de nuestra civilización, en España se permite investigar con embriones humanos gracias a esa pionera de la ciencia que fue la ministra de Sanidad de José María Aznar, Ana Pastor, quien fue la que comenzó la matanza de embriones sobrantes de la fecundación in vitro. La ministra socialista Elena Salgado, mucho más progresista, lo único que hizo fue ampliar el matadero y seguir produciendo embriones sobrantes a mansalva, seres humanos de laboratorio creados para el matadero, perdón, para la investigación.

En cualquier caso, cuando una PC pide que le dejen investigar, lo que está pidiendo es dinero, tela marinera, pasta, guita, parné. Público, naturalmente, aunque tampoco se hacen ascos al privado. El mecenazgo privado tiene una desventaja sobre el público : los accionistas de la empresa patrocinadora piden cuentas de lo que se ha hecho con su dinero. Como los PC no suelen conseguir gran cosa, ni en investigación básica ni en la aplicada, pero prefieren que la pasta sea de origen público, porque a los políticos les interesan los votos que proporciona la donación a la hacienda, donación que, además, realizan con dinero de los demás.

Y llegamos a la segunda gran mentira. Como una prestigiosa científica (PC) no puede alegar ignorancia en la materia, doña Margarita oculta que no se está refiriendo a células adultas, que son las que ha conseguido curar enfermedades y administrar terapias, que no matan a ningún ser humano y que no ocasionan ningún problema ético. Doña Margarita lo sabe, pero doña Margarita juega con el concepto células-madre, sin especificar la naturaleza del segundo apellido : ¿ adultas o embrionarias?

Tercera mentira, ya aludida: la investigación con células embrionarias ha conseguido destrozar embriones y producir cobayas humanas, pero no ha curado ni una jaqueca. Es todo previsible, aunque, como dice doña Margarita: sin investigación no se curará nada.

Cuarta mentira: lo importante no es que permitan hacerla, porque ya lo permiten. España es el paraíso del aborto y en breve se va a convertir, honor que compartiremos con Corea del Sur, en el paraíso de la eugenesia. Hitler, desde abajo, mirará complacido a sus sucesores. En cualquier caso, la Salas se queja de que no les dejan investigar., aunque es mentira, para justificar el fracaso de las tales investigaciones, que no han servido para nada, pero que han convertido a los PC sin escrúpulos, Salas, Bernat, Aizpusua, etc., en verdaderas estrellas mediáticas. Como dicen los adolescentes: fenómenos mediático-sociales.

Y la última mentira. Doña Margarita es una PC, amén de una progre feminista. Confiesa, pobriña, que sufrió mucho del machismo imperante, del que excluye a su marido, quizás porque era suyo. La señora mejor tratada por varones como su propio esposo, Severo Ochoa, la más galardonada por claustros, academias y Gobiernos (Alfonso X el Sabio, Rey Jaime I de Investigación, UNESCO Women, etc.) afirma haber sido marginada por su condición femenina. Afirma, lo que cualquier feminista fracasada: si no llegaron alto en el mundo no es porque el mundo se acomodara a sus méritos, que son infinitos, naturalmente, sino por la pérfida discriminación varonil. Por ejemplo, doña Margarita afirma haber sido discriminada en el laboratorio Alberto Sols, donde hizo su tesis por su condición de mujer. No nos explica la discriminación sufrida, claro está, porque no lo necesita: su denuncia es muy creíble. A fin de cuentas, ¿qué mujer no ha sido marginada desde Adán y Eva hasta aquí? Si hemos de hacer caso a las afectadas por el virus feminista, la feminidad más que una condición, es una putada de tomo y lomo. Y, sobre todo, es la mejor coartada para disimular la propia incapacidad.

En Hispanidad estamos contra las prejubilaciones, verdadero cáncer del sistema económico, no cúrvale ni con células madre adultas ni destripando embriones. Pero podemos hacer una excepción: A la PC Margarita Salas, que la prejubilen. Ahora mismo. Y con el 10 por 100 de salario más una entrevista mensual en Expansión y otra en el suplemento dominical de El País, porfa. Por el bien de los seres humanos, con genoma humano e identidad genética diferenciada, más indefensos: los embriones.

Eulogio López