No hay diferencias ideológicas en el Partido Popular, lo que hay son intereses contrapuestos. La tarde del sábado 14, Mariano Rajoy vivía sus últimos momentos de paz. En la madrileña Iglesia del Espíritu Santo contraía matrimonio una hija de Federico Trillo, ex presidente del Congreso, ex ministro de Defensa, antaño hombre fuerte del partido y hoy condenado a las esquinas.

Sin embargo, estaban todos: desde centro-reformistas de alma laica como Celia Villalobos hasta economistas neutros como Montoro; Mayor Oreja, el último democristiano o Elvira Rodríguez tan inclasificable como sonriente. No estaban Acebes ni Zaplana. Otro que sonreía era Gallardón, a quien según los parámetros clásicos, uno situaría en las antípodas de Trillo. Además, se trataba de un matrimonio, no sólo religioso, sino heterosexual.

Hablando de sonrisas, la ceremonia constituyó el último descanso antes de los sustos demoscópicos del domingo : la encuesta del diario favorito de los peperos certificaba que la intención de voto del PSOE se situaba en el 42,9% de los votos frente al 39,4 del Partido Popular. Los nacionalismos catalán (CiU) y vasco (PNV) se situarían en el 2,7 y 1,6%, respectivamente, es decir, lo de siempre, mientras los comunistas -verdes e Izquierda Unida- seguiría por debajo del 5% (el 4,4%), perpetuamente marginados por el mecanismo del señor Victor d'Hondt.

En resumen, el Gobierno aumentaría, su distancia sobre el Partido Popular y, según la encuesta anterior de El Mundo (las de otros diarios y las del CIS revelan una diferencia aún mayor favorable a los socialistas) el PSOE ampliaría su ventaja, mientras el PP descendería en intención de voto aunque aún se mantendría por encima de los obtenidos el 14 de marzo de 2004. Y encima, la imagen del Gobierno mejora. Los políticos más populares ver para creer,- son Rodríguez Zapatero y Fernández de la Vega. Aunque esto resulta menos preocupante que la intención de voto. Como es sabido, los políticos más populares siempre son lo que más salen en la tele: el número 1 y su portavoz.

Pero lo relevante es que el PSOE, pese a todos los charcos donde se ha metido, ganaría unas elecciones generales si se celebraran en el momento presente. Al mismo tiempo, el PP no entusiasma a nadie, a pesar de los errores y bestialidades del Ejecutivo socialista, y eso ahonda la división interna en el partido de Rajoy. Y lo peor es que el presidente del PP continúa jugando a mantener las divisiones internas entre las distintas facciones. Por ejemplo, entre todos los que el sábado acudieron a la boda de la hija de Federico Trillo. Sabe que si aguanta hasta las elecciones municipales y autonómicas de 2007, aunque fracase en ellas, ya no habrá tiempo para renovar el candidato a La Moncloa ante las Generales de 2008.

Por lo demás, lo de España es un caso único en Europa. De 22 encuestas realizadas justo antes de las elecciones de 2004, ni una sola de ellas daba la victoria al PSOE. Todas ofrecían una victoria del PP entre 2 y 8 puntos. En tres días, del 11 al 14 de marzo, el PSOE provoca el vuelco y, a partir del 14 de marzo, ni una sola encuesta es difícil hacer la cuenta, pero puede haber habido una veintena- ha dado ganador al PP. Toda para el PSOE y a veces coronando la misma mayoría absoluta, que puede obtenerse con los mencionados 8 puntos de ventaja.

La respuesta está en una mentalidad tremendamente temerosa, en un país dominado por el miedo y el síndrome de Estocolmo desde los salvajes atentados del 11 de marzo de 2004. Son los mismos resultados que han crispado a España, porque los populares se empeñan en la teoría de la conspiración hasta los extremos estúpidos que les plantea El Mundo. El PP perdió las elecciones por el 11-M, ciertamente, pero el PP no ha recuperado la intención de voto anterior porque sigue pegado al 11-M y porque, con su paso a la oposición se ha dejado ver, de forma mucho más clara y meridiana, su dejación de principios y su incoherencia con esos principios, principalmente cristianos, por los que les respalda su electorado, y a los que el PP traiciona una y otra vez. Mientras, los socialistas se niegan a aceptar que su victoria del 14-M, la que le ha llevado al poder, se ha conseguido sobre 192 cadáveres y sobre la manipulación anímica del macabro atentado. Zapatero ha llevado a cabo una política guerracivilista, donde todo vale: el PP es un partido de ultraderecha y los que se atrevan a propiciar un mínimo de cordura por ejemplo en el matrimonio gay- no son discrepantes, sino sencillamente fascistas. ZP se ha mostrado como un genio de la mentira.

Y así, por mor de PP y PSOE, los españoles viven entre el miedo y la mentira. No resulta cómodo.

Eulogio López