Sigo con vivo interés la brillante evolución ideológica de José Manuel Lara, editor de Planeta, hacia un progresismo lleno de posibilidades, abierto, plural, desenfadado, luminoso, casi diría incandescente. Quizá por ello me sorprendió que dos meses atrás, el editor barcelonés, propietario de A-3 TV, Onda Cero, fuera recibido, acompañado de su esposa, por el papa Benedicto XVI. Pero supongo que se trató de un momento de debilidad. Hoy, viernes 14 de octubre, Lara ha vuelto por sus fueros progresistas, como debe ser, y lo ha hecho en La Razón. Lara controla el diario madrileño conservador y el diario progresista e independentista catalán Avui. Porque Lara es un hombre pluralista. Le ocurre como a algunas órdenes religiosas, tan pluralistas que puede verse en ellas a dos sectores claramente diferenciados: los clérigos que creen en Dios y los que no creen, conviviendo en democrática armonía.

Y así, obedeciendo la voz de su conciencia plural, Lara nos ofrece hoy Juego de Mujeres, el último estreno de Penélope Cruz. No es publicidad, porque la publicidad cultural vende poco, sino información, por lo que entiendo que vende más y se paga mejor. Ya hemos recordado en estas pantallas el furor cultural de los informativos de la tele pública, llenos de aquellas obras de teatro, películas, musicales, exposiciones, etc., que componen la información cultural: la mejor publicidad, y creo que hasta gratis.

La crónica de Juego que no jugo- de Mujeres viene ilustrada con una foto de grandes dimensiones donde Penélope y Charlize Theron practican el mete-saca, sin algo apropiado que introducir, salvo la lengua. La cosa lésbica es, en este sentido, un poco menos cochina que la homosexualidad masculina (si es homosexualidad, ¿por qué digo masculina?), pero igualmente repugnante. Pero Penélope nos lo explica mucho mejor, ha profundizado más. Pregunta el periodista:

-¿Tuvo que prepararse de algunas manera para ellas (para las escenas guarras con Charlize Theron, se entiende)?

Respuesta de nuestra intelectual:

-En cualquier película, cuando se presenta una situación de este tipo, a la intérprete no le importa si es una mujer o un hombre. Las escenas de alto voltaje se convierten siempre en algo extraño, que puede resultar incómodo, pero no soy yo quien besa, quien siente que la pasión le desborda, quien acaricia, quien se enamora de Hilda, no soy yo, sino mi personaje. ¿Comprenden, malpensados? Y es que la esquizofrenia, mi yo por un lado, mi personaje por el otro, da para mucho. Una especie cloroformo : ni sientes ni padeces.

A continuación, Lara nos ofrece información sobre otra cinta, Batalla en el cielo, ilustrada con una pareja, esta vez sí, heterosexual algo hemos avanzado-, copulando como dicen los críticos, explícitamente. Es decir, lo que en mi barrio se dice follando. Y es que en mi barrio somos más groseros, pero más decentes y menos cursis.

Como el alto voltaje de la edición de La Razón correspondiente al viernes, todavía no había alcanzado los megavatios, pongamos de la OPA GN-Endesa, en las páginas de deporte, por mera casualidad nos sacan a la prodigiosa golfista Michelle Wie, se le enfoca el taparrabos, prenda básica para la práctica del golf. (¿José Alejandro Vara, hijo, qué te ocurre?).

Esta es la llamada prensa de derechas. La prensa progresista, liberal de izquierdas, que diría Janli Cebrián, es muco más elegante, Pro ejemplo, para la cinta de Penélope no ha elegido fotos de alto voltaje, sino un título verdaderamente duro : Blando melodrama histórico. A lo mejor, es que la naturaleza progresista de El País le impide tener conciencia, pero no estómago. Lara, como es más plural, puede prescindir de la conciencia y hasta del estómago.

Yo que usted, don José Manuel, en mi próxima visita a Roma le llevaría a Benedicto XVI las crónicas de La Razón sobre Juego que no jugo- de Mujeres