Languidece la FIRA, o feria de muestras de Barcelona, que en los años setenta y ochenta fuera el gran recinto ferial español. Ahora lo es Madrid (IFEMA), no porque Madrid lo haya hecho muy bien, sino porque Barcelona lo haya hecho muy mal. Una gestión (en beuna parte producto de gestores del Partido Popular todo hay que decirlo) bastante paleta, que ahora se encuentra con la enemiga del conseller independentista, Josep Huguet, conseller de la Generalitat de Cataluña para Comercio, Turismo y Consumo (ya saben, el de la Guerra Civil) y del Ayuntamiento socialista de Barcelona.

Además del empeño en mantener el catalán como idioma de certámenes internacionales, con el consiguiente cabreo de participantes extranjeros bueno, y también españoles- ahora se unen medidas, asimismo provincianas, tales como dedicar el Salón Gaudí a jóvenes creadores catalanes no sólo catalanes, sino también jóvenes no consagrados-.

En definitiva, la FIRA se ha cargado el Salón Inmobiliario (Meeting Point), se están cargando el de moda y atraviesa dificultades su estrella: el Salón del Automóvil.

La preocupación cunde entre los empleados de al FIRA al tiempo que el cava, supongamos que catalán, corre por IFEMA, su madrileño competidor.