El lenguaje misterbinesco, expresado con la rotundidad de ZP, da para mucho: No son los miembros del Tribunal Constitucional quienes fallan, fallamos nosotros por no ser capaces de nombrar a los miembros del Tribunal Constitucional.

Ante tamaño alarde de falsa humildad, todos callamos, contritos.

Pero ahora desmenucemos las palabras del señor presidente del Gobierno español. José Luis Rodríguez Zapatero, que tiene algo de tautológico. Sí, quien nombra se hace de alguna manera responsable de la tarea de los nombrados pero es evidente que la responsabilidad de lo que haga el Tribunal Constitucional es, en primer lugar, de los jueces del Tribunal Constitucional. Vamos, digo yo. Por tanto, si sus señorías -los magistrados, no los diputados- llevan cuatro años para decidir si una norma es constitucional o no lo es, sin ponerse de acuerdo al respecto, a lo mejor es que los propios jueces están fallando. ZP asegura que están legitimados. Ese chico tiene problemas con la semántica. No hombre no, lo que está es legalizado, la legitimidad es otra cosa. Legítimo es aquello que está respaldado por el bien, legal aquello que está despaldado por la ley. Como ZP es un relativista y no cree ni en la ley natural ni en las verdades absolutas ni en norma moral alguna, sólo en las leyes, tampoco puede asegurar que nada, y menos que nadie los cargos públicos, estén legitimados. Serán legales o ilegales, nada más. Y esto en su lógica, no en la mía: está claro que si la verdad no existe tampoco existe lo legítimo, porque, según ZP, no según yo, nadie puede arrogarse la facultad de decir qué es cierto y qué incierto o qué es bueno y malo.

Así que, tontunas parte, a lo mejor lo que hay que pensar es en la elección directa de los jueces por el pueblo, siguiendo el espíritu del jurado y el espíritu de la democracia. O sea, la justicia popular, esa a la que tanto la izquierda como la derecha temen más que a un nublado.

La justicia popular.

Eulogio López

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