Los periodistas, y me temo que algún otro profesional, no visitamos lugares, asistimos a actos, lo cual es bien distinto. No hablamos con personas, sino que entrevistamos a personajes, dos actividades no sólo distintas, sino contrapuestas. Finalmente, los periodistas no tenemos un minuto que perder, que es la mejor manera de perder toda una vida. Y todo ello es la sublime paradoja de una profesión nacida para contarle al mundo lo que pasa y que no se entera de lo que pasa en el mundo.

A pesar de ello, de vez en vez, nos topamos con la realidad. Sin ir más lejos, la pasada semana un amigo me llevó hasta un lugar por cuyos alrededores habré pasado infinidad de veces, un lugar poco visto y muy mirado. Se trata de una imagen de la Virgen, de tamaño real, situado en el exterior, en un templete y rodeada de flores. Oficialmente, es la Inmaculada Concepción de la Ciudad Universitaria, ubicada en pleno campus de la universidad más poblada de Europa, justo detrás del Museo Iberoamericano de Madrid. Pero eso es oficialmente: sus fieles la conocen como la Virgen del Asedio, y algunos, más malignos, o quizás más acertados, la llaman la Virgen fusilada.

Durante la Guerra Civil Española, la imagen pertenecía a un asilo de ancianos que tuvo la desgracia de ubicarse en las mismas trincheras, justo en el lado republicano. Porque lo curioso de la Virgen del Asedio es que no tiene rostro. La talla parece magnífica, pero el rostro de la Señora hay que imaginarlo. Sus ojos y nariz no existen, como si un ave rapaz se los hubiera arrancado de cuajo. De ahí lo de Virgen fusilada: en otras palabras el pueblo -¡ay el pueblo!- afirma que los milicianos fusilaron la imagen, como se hizo en tantos lugares de España durante aquella era de tinieblas. Y al parecer es así, dado que el paso del tiempo no provoca tales desperfectos. El paso del tiempo, la acumulación de tormentas y huracanes, suelen destrozar las imágenes por sus istmos: rotura del cuello, de una extremidad o de un pliegue del vestido, pero no arrancan los ojos y la nariz de un rostro compacto. La lógica impone que alguien se divirtió disparando contra el rostro de la Virgen.

Y aquí viene lo bueno. Temerosos de que la pérfida reacción entronizara la imagen y sacara a la luz quién sabe qué rocambolescas historias, las autoridades han colocado un letrero en el pedestal que representa otro monumento a lo políticamente correcto : Esta imagen de la Virgen se veneraba en el asilo de Santa Cristina, sito en este mismo lugar en el centro de la Ciudad Universitaria hasta 1936 Durante las cruentas batallas desarrolladas en este lugar en la Guerra Civil española, las minas y la metralla destruyeron el asilo y mutilaron la venerada imagen.

Esto recuerda a la televisión del Franquismo, cuando afirmaba aquello de que a consecuencia de los tiros al aire murió un manifestante, lo que hizo célebre el famoso aforismo de los rojos volaban. Hombre, uno no ha hecho ni la mili, pero la verdad es que ni la metralla llegada de ninguna trinchera, ni mucho menos la explosión de una mina, suelen provocar esos efectos tan concretos: arrancar ojos y nariz de un rostro.

Al parecer, las autoridades están dispuestas a restaurar la imagen de la Virgen del Asedio. Yo no lo permitiría. Durante más de 60 años, esa Virgen sin rostro ha sido venerada por miles de estudiantes, de jóvenes y mayores, que le han confiado sus cuitas, a pesar de su mutilación. Y son me cuentan- muchos los enfermos que estarían dispuestos a testimoniar los favores obtenidos por mediación de la Virgen del Asedio. Más que una restauración parece un encubrimiento. Los sábados y domingos, sin convocatoria alguna, aparece gente dispuesta a rezar el rosario y cantarle a la Virgen del Asedio, como una devoción espontánea, otra más, de las que surgen por la geografía hispana en honor de la Señora. El domingo, en el Pilar de Zaragoza España fue consagrada al Inmaculado Corazón de María, de la misma forma que en 1984, Juan Pablo II hiciera con Rusia. Pero es en España donde hay vírgenes fusiladas. Por cierto, en el acto de Zaragoza no hubo ningún miembro del Gobierno Zapatero.

Y siguiendo con lo políticamente correcto, es decir, con lo correctamente estúpido, el Rectorado, de la Complutense, controlado ahora por los socialistas, ha exigido prudencia para que estas concentraciones de fieles no provoquen tumultos. Es lógico : la experiencia aconseja a las autoridades todo tipo de precauciones, pues es sabido que los rezos del rosario suelen provocar profundas agitaciones callejeras y graves alteraciones del orden público. Y el aviso ya está lanzado : cualquier altercado y se suprimirán los rosarios, una devoción, por lo demás, muy poco científica.

Las peligrosas concentraciones de devotos se suelen producir a primera hora de la tarde los sábados. Pocas horas después, por la noche, llegan los del botellón, que ya han quemado dos veces la imagen, la han cubierto de inmundicias, de pintadas blasfemas y destrozan periódicamente las flores que durante la semana colocan los fieles de la Virgen del Asedio. Naturalmente, el señor Rector no ha considerado conveniente poner coto a esos desmanes, en cuanto democráticas reacciones de una sociedad laica. Virgen fusilada en la República y profanada en la actual democracia.

A fin de cuentas, don Calos Berzosa es el mismo que acaba de declarar que las verdades absolutas no existen, más que nada para justificar los cursos de verano de la Complutense, financiados por Caja Madrid (señor Blesa, ¿en que está usted pensando?), que en la presente edición 2005 están preferentemente dedicados a la causa gay. Pero lo que importa en un académico, claro que sí, es el principio : las verdades absolutas no existen. Lo cual representa un doble error: las verdades absolutas no sólo existen sino que la única mentira absoluta que existe es el relativismo, o negación de la posibilidad de alcanzar verdad alguna. En cualquier caso, si la verdad no existe, ¿qué enseñan en la Universidad Complutense?