31 de mayo, se acaba el mes de la Virgen (octubre es el mes del Rosario, no confundir). Un amigo argentino me cuenta una historia, una conseja, que en la ruda piel de toro provocaría grandes risas de burla y sonrisas sardónicas. Pero a mí me ha encantado.

Están en el Cielo San Pedro y San Pablo discutiendo. Llega Jesús y les pregunta por qué disputan. El vehemente San Pablo responde:

Esto no puede ser, Jesús. Decías que al Cielo todo el mundo tiene que entrar con traje de boda, y aquí entra cualquiera. Y Pedro dice que no entran por la puerta en el Recinto del Reino sino que se están colando por la verja.

El Jefe se queda pensativo y responde:

-Esto es cosa de mi madre. Venid.

En efecto, recorren la verja que marca la frontera del Paraíso y descubren a la Virgen, que con unos alicates está abriendo un agujero para dejar pasar a los 'inmigrantes' de el más allá.

¡Qué tontería! Pero a mí me gusta. Se acaba el mes de mayo y recuerdo a Juan Pablo II, quien calificaba a España como la "tierra de María". Un país de historia recia, viril, que es la nota distintiva de quienes aman a la Corredentora. En tiempos difíciles, amar a Santa María más que nunca.

Eulogio López

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