"No puede ser que nuestros militantes se avergüencen de pertenecer al partido de Miguel Ángel Blanco y María San Gil". Pero hombre, Esperanza pon otros ejemplos. Recordemos que María San Gil fue ligeramente marginada por un presidente del PP, Mariano Rajoy, y cuyos verdugos fueron marianistas muy bien vistos en la actual cúpula del partido: el ministro de Industria, José Manuel Soria y la líder de los derechistas en Cataluña, Alicia Sánchez Camacho.

Por lo demás, Aguirre (en la imagen), en su discurso ante los populares madrileños, dio por aceptado que en el PP existe corrupción. Algo es algo y sin duda positivo. No hay nada como los jubilados, o casi jubilados, de la política: son de los pocos sinceros. Ahora bien, eso es abrir otra brecha en el PP. Y es que, como decíamos ayer, Mariano Rajoy no está por la labor de hacer cambios ni en el Gobierno ni en su orientación política.

Hace mal Aguirre. La corrupción hay que erradicarla y en todas sus formas. Ahora bien, no existe voluntad alguna de erradicarla ni en el PP ni en el PSOE ni en ningún partido: sólo de utilizarla contra el adversario, que es distinto.

Por lo demás, lo que sí es verdad es que el caso Bárcenas no provocará la dimisión de Rajoy pero sí la división del PP. Sorprende ver al ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón soltando la palidiomia de que "quienes hemos trabajado durante tantos años con Mariano Rajoy" no podemos dudar de su honorabilidad. Hombre, señor ministro, que usted ha trabajado con Aznar, aunque caído éste y elevado Rajoy -no antes- se ha pasado al marianismo con armas y bagajes.

Otro sí. Lo importante no es saber si, por ejemplo, Ignacio González va a ser el candidato del PP a la Comunidad de Madrid o Ana Botella a la alcaldía capitalina. Estas dos cuestiones van a depender de que, al menos un año antes, Esperanza Aguirre renueve como presidenta del PP madrileño. Yo apuesto a que no.

Pero lo más importante: la corrupción que asola al PP es la de incoherencia con su ideario, que no puede ser otro que el ideario cristiano. Más grave que los sobresueldos cobrados por Rajoy es que Rajoy haya violentado los cuatro principios no negociables: nada ha hecho por el derecho a la vida, nada por la familia, muy poco por la libertad de enseñanza de los padres y nada por una más justa distribución de la riqueza.

Esa es la corrupción del PP. Lo otro, lo de los sobornos, financiaciones ilegales de partidos, etc., son meras corruptelas. Y no, no desesperan a nadie. Sólo cabrean de forma transitoria. Además, tienen solución con medidas políticas. La otra, la corrupción personal de la tibieza y la incongruencia, esa es mucho más difícil de erradicar. No bastan las reformas: se precisa auto-reformarse, y eso es mucho más complejo.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com