Desde los dominios públicos se está propagando una moralidad de situación que da por buena una doble moral para muchos ámbitos de la existencia. Esto provoca un clima que reclama una indulgencia y permisividad totales.

Ha aparecido una mentalidad que ha aceptado que el fin justifica los medios, todo vale, y es legítimo con tal de que sea válido para hacerse rico, conseguir el triunfo particular o gozar de una felicidad sin medida.

Es el afán de imponer una idea de la existencia de signo laicista. Hay que desvelar el dirigismo ilustrado y moral de la vida social, ayudado por la fuerza política, que apoya el imponer concepciones de la vida dictadas por el agnosticismo, el materialismo y el permisivismo moral. Se trata de crear un laicismo drástico.

Se ha originado una devastación de la vida moral y se ha provocado un gran vacío humano que no propone otra cosa que la pura pelea por los encantos o el regocijo narcisista, la vacilación ante la verdad y el desaliento al no descubrir una senda hacia ella. Todo esto ha causado varias evidencias; el tráfico de influencias, la desconfianza, la mala aplicación de la inversión pública.

Todo esto ha provocado una perversión ambiental que devasta las certezas morales más básicas. La fortuna repugnante obtenida fraudulentamente, establece uno de los fenómenos con más potencia corruptora, de modo especial el capital perverso del tráfico de estupefacientes.

En el plano familiar la crecida de las rupturas, el alejamiento de la sexualidad y la fecundación. Las uniones homosexuales. Asimismo se ha generalizado una mentalidad abortista. También la falta de miramiento al bien fundamental de la vida, ya en su comienzo como en el discurrir de la supervivencia o en la fase terminal, esto es, la precipitación en legalizar la eutanasia; el asesinato de los longevos o bebés con malformaciones físicas o mentales.

Asimismo, la muerte del nonato a través de legislaciones que auspician la interrupción voluntaria del estado de gravidez de la mujer.

La morfología de la esposa no es suya, corresponde a Dios y lo que lleva dentro en sus entrañas es un ser humano.

Clemente Ferrer Roselló

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