La conversión de la mutualidad MAPFRE en sociedad anónima ha dado mucho que hablar durante el verano. El esquema del primer ejecutivo de la aseguradora, José Manuel Martínez, era muy simple: los mutualistas podían elegir entre convertirse en accionistas de la nueva MAPFRE o repartirse el fondo mutual. Un fondo mutual que no representaba ni el 10% de la capitalización de Corporación MAPFRE, sólo una de las partes de todo el entramado. En pocas palabras, que cada mutualista recibirá unos 100 euros.

La dirección blasonó de que el 99,9% de los mutualistas tenía previsto acudir a la conversión. Para los que no quisieran, señaló en prensa la fecha del 15 septiembre como fecha límite para el cobro del dinero. Pero no debían de tenerlo tan claro porque cuando un mutualista acudía a reclamar sus 100 euros en ninguna sucursal de MAPFRE sabían darle razón de cómo hacerlo. Ahora, sin embargo, cuando alguien acude a las sucursales solicitando su dinero le dicen que no se preocupe y que no hay fecha límite.

Y así ha desaparecido una de las escasas mutuas, y muy solvente y rentable, que quedaban en España.