Es muy de agradecer que el líder del PP, don Mariano Rajoy, no acuda a la manifestación contra el aborto convocada para octubre para no politizarla al tiempo que anima a los suyos a acudir. Este hombre, no cabe duda, es un santo. No quiere molestar, por eso, y quizás también porque manifiesta ser un entusiasta de la ley actual, moderada, que sólo consigue 120.000 abortos por año, pues prefiere mantener una actitud recatada, que, como todo el mundo sabe, significa volver a acatar.

En el entretanto, y esto puede ser más relevante la Jerarquía católica española se ha dado cuenta de que los populares llevan años tomándoles el pelo y riéndose de los principios cristianos. Y no están enfadados con Rajoy, que como todo el mundo sabe, además de santo es un frívolo de mucho cuidado. No, con quienes están cabreados es con los cargos católicos del PP, diputados, senadores, alcaldes y consejeros de la comunidad autónoma.

Hay una diferencia entre los católicos pro-choice norteamericanos y los españoles. Aquéllos quieren cambiar a la Iglesia, hacerla abortista. Los españoles -me vienen a la cabeza unos cuantos nombres pero haré el gran esfuerzo de silenciarlos- van más allá: los políticos del PP pretenden convencerte de que son grandes defensores de la vida, de la familia natural y del resto de valores no negociables de Benedicto XVI, es decir, los valores que un católico no puede negociar.

Y claro, hasta para un obispo, hombre llamado a la virtud de la paciencia y a la no menos importante de la ecuanimidad, termina por resultar un poco molesto el cinismo de unos personajes que se empeñan en echarte una mano generalmente al cuello.

En definitiva, la tentación actual de los obispos españoles consiste en decir algo parecido a esto: un católico no puede votar al Partido Popular. Sencillo pero revolucionario y espléndido. Y quizás deberán decirlo enseguida, porque el apoyo apenas disimulado -con toda su buena intención, seguro- de tantas instancias eclesiásticas a los jetas de Mariano Rajoy, la Jerarquía puede perder algo más que su entereza ante la tomadura de pelo del Aznarismo y el Marianismo: puede perder su influencia sobre los fieles en materia política. Y eso, sin duda, es más grave.

En pocas palabras, la salvación de España pasa por la expulsión de este desastre con patas que es Rodríguez Zapatero, pero la regeneración política de España pasa por la aniquilación del Partido Popular.

Eulogio López

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