En plena renovación de todo el sector energético europeo, Ignacio S. Galán comparecía ante la prensa (miércoles 5) para no decir nada. Algo ha cambiado en lo que se refiere a la transparencia empresarial durante la última década. Hace 10 años, los presidentes no concedían tantas conferencias de prensa o asimilados, y les costaba mucho más ponerse detrás de un micrófono, habitualmente una sola vez al año. Ahora, entre desayunos, comidas cócteles y cenas, se dirían que son los portavoces de sus compañías es como se presentaba el fallecido Luis Valls: Hola, soy el relaciones públicas del Banco Popular-.

Ahora bien, sus intervenciones podían ser menos pero no se concebía que no dijeran nada. Hablaban poco, pero cuando hablaban no se dedicaban a marear la perdiz. Un detalle: ayer, apenas meda hora después de comenzar las preguntas los periodistas empezaron abandonar la Sala. Estamos hablando de un presidente que ha colocado a Iberdrola en la cumbre de rentabilidad en el sector, que lidera una compañía clave en toda la reordenación del segmento productivo más importante de la economía, con la única excepción de la información, y no sólo en España, sino no en toda Europa. Y justo ahora, cuando ACS ha entrado en Iberdrola y se vislumbra la creación de dos grandes operadoras energéticas, previsiblemente integrales (kilowatios e hidrocarburos).

Su único mensaje fue el de que los españoles parecemos tontos No es la primera vez que lo anuncia, pero conviene recordarlo : En Alemania fusionaron VEBA y VIAG, y luego le añadieron Ruhrgas, y nadie les obligó a vender activos. Muy bueno pero se queda muy corto. Además, Galán no es el ministro de Energía, es el presidente de Iberdrola.

No, a un prócer de la empresa no se le puede permitir la técnica frontón, de responder a 100 preguntas sin decir nada, buscando siempre escabullirse. Para eso, mejor hablar menos. En cualquier caso, la transparencia empresarial atravesó su edad de oro durante los años 90. Ahora estamos en reflujo, aunque hay quien puede negarlo por el espejismo de quienes hablan mucho y no dicen nada.

Eulogio López