El papel salmón informaba este fin de semana de que el año nuevo costará a los españoles 900 euros por hogar. Se refería obviamente a las subidas del gas, luz y transporte aprobadas como si de un ritual se tratara el pasado 1 de enero. Sin embargo, no siempre ha sido así. Este cuadro, elaborado por la dirección General de Política Energética y Minas, relaciona las subidas tarifarias de los últimos años.

Como se puede observar, una subida de este orden, no se producía desde 1991, en el que se aprobó una subida del 6,8% cuando la inflación fue del 5,50%. Además, también se puede observar que la tendencia de subida de tarifas se corta en 1996, que quedan planas para descender después y comenzar con leves alzas a partir de 2002. El año pasado, 2005, debió de ser un año de transición, con subidas también moderadas. Pero consolidado el gobierno, ha llegado el momento de subidas más bruscas en el precio de la luz, alcanzando el 4,48% en el servicio doméstico, por encima del 3,7% de inflación con el que cerró el ejercicio.

Las eléctricas y el gobierno argumentan que se trata de frenar el déficit tarifario, es decir, el diferencial entre el precio de venta de la energía y los costes de producción, disparados como consecuencia del alza del gas, consumido en las centrales de ciclo combinado. Cierto, pero la realidad es que las compañías eléctricas mejoran sus cuentas de resultados año a año y que quien recortó el impacto sobre el consumidor fueron curiosamente los gobiernos populares, mientras que los socialistas han actualizado tarifas con frecuencia por encima del IPC. ¿Quién resulta más social?