Ya hemos sostenido varias veces desde Hispanidad que la Ley de Violencia de Género es muy discutible. Ahora ha sido una juez de Murcia la que ha llevado el asunto al Constitucional al presentar una cuestión de inconstitucionalidad. Pero al margen del devenir jurídico-político de una ley que introduce la discriminación positiva para la mujer en el ámbito penal, los hechos son los hechos.

El pasado fin de semana tres mujeres han perdido la vida a manos de sus parejas. Se supone que toda la parafernalia institucional que ha montado el gobierno en relación a este tema debería de servir de algo. Pero ocurre que la secretaria general de Igualdad, Soledad Murillo, está de vacaciones estos días. Sin duda debe de tener otras preocupaciones más importantes.

En su teléfono móvil salta un mensaje de difícil interpretación: "Aunque debería de llevar encima los dos teléfonos, el personal y el oficial, normalmente se me olvida el personal, así que si es muy importante lo que me quieres comunicar, llámame por favor a la oficina al teléfono x. Gracias por el esfuerzo". Y luego, desde El País se editorializa sobre lo difícil que es combatir la violencia doméstica.