Garzón tiene abiertos tres frentes judiciales, en este caso como imputado. Ojo al dato: el primero es a costa de los desaparecidos en la Guerra Civil. Rojos, claro está, porque los acusados son los fachas de Franco.

El cargo de prevaricación, un delito que siempre me ha parecido un peligroso juicio de conciencia. En cualquier caso, lo más gracioso fue su pedido de certificación de la muerte del anterior jefe del Estado, pericia judicial abstrusa y muy lograda. En cualquier caso, Garzón estaba en la Guerra Civil.

Pero don Baltasar, ojo al dato, también protagonizaba otra cita judicial de mucha alcurnia: Gürtel. Total protagonismo en esta ocasión, a pesar de lo mucho que le molesta estar en el proscenio. Escuchas ilegales a los abogados, lo que ha dificultado, y mucho, el juicio a los presuntos implicados.

Pero Garzón, ojo al dato, también estaba en el caso de las cesiones de crédito. La tercera acusación que soporta consiste en haber recibido fondos del Banco Santander para sus clases en Nueva York cuando Garzón había desestimado el recurso contra las cesiones de crédito.

No entro en la razón o sinrazón de las tres acusaciones. Sólo resaltar lo curioso que resulta que un magistrado aparezca en todos los casos, en todas las situaciones. Es la sal de todos los platos.

Y ojo al dato: lo más gracioso es que a los jueces, como a las mujeres, la inteligencia se les presupone, con una sola condición: que sea discreto, que huya del exhibicionismo.

Como Garzón.

Otrosí: Con su vedetismo, e independientemente de la existencia, Garzón ya ha conseguido mucho. Por ejemplo, ha logrado un trato de favor, muy distinto al usado contra el juez Fernando Ferrín. A éste se le suspendió de funciones nada más ser inculpado y no pudo defenderse en el expediente abierto por el Consejo General del Poder Judicial. Con Garzón, por contra, se están cumpliendo con esmero todos los trámites judiciales y el señor ministro de Justicia nos ha recordado a todos, especialmente a quienes van a juzgarle, la presunción de inocencia. Es el mismo miembro del Gabinete que pretende obligar a los médicos a abortar, para cargarse la objeción de conciencia.

Es lógico, claro, porque Ferrín es católico y Garzón un progresista de tomo y lomo. Y claro, la justicia es ciega pero también posee criterio político. Y de lo más atinado.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com