Decíamos ayer que SM la Reina de España, doña Sofía, había sido valiente.

En un libro entrevista con Pilar Urbano, a punto de cumplir los 70 años de edad, se ha manifestado contra el crimen del aborto, e incuso ha hablado de familia natural, un concepto clave en todo lo referente a la degeneración homosexual. Asegura que los niños deben recibir educación religiosa en las escuelas, que se debe ayudar a morir, pero no matar, o que el feminismo no puede convertirse en una obsesión o que las políticas de cuota son injustas.

En definitiva, ha echado por tierra el Zapatismo y la progresía, empezando por el propio Gobierno ZP, se ha puesto de uñas. De inmediato, los cobardones de su esposo y su hijo, el príncipe heredero, han puesto en marcha un comunicado que simplemente es una mentira. El libro, como dice la propia autora Pilar Urbano, como no podía ser de otra forma, fue revisado por Zarzuela antes de editarse. Así que de manifestaciones inexactas nada de nada.

Porque la Monarquía es neutral respecto a la vida política pero no puede serlo respecto a la ley natural, porque eso significaría, sencillamente, que los Reyes tienen prohibido pensar. Ya saben que, desde Kant aquí todos hemos aceptado que pensar consiste en la capacidad para hacer juicios de valor: es lo que ha hecho doña Sofía. La mordaza que ahora se le quiere colocar a la Reina no es más que la reacción habitual de la modernidad progre, tan tolerante ella: condenar al adversario al silencio.

Majestad -me refiero a la Reina, no al Rey ni al Príncipe heredero- usted no puede mentir. Por vez primera, el miembro de la Familia Real más respetado por el pueblo español se ha atrevido a hablar claro y ahora no puede culpar al mensajero. No ha denunciado a ningún partido, pero está claro que tanto el aznarismo como el zapatismo -especialmente éste último- se han visto reflejados. Eso es lo que no pueden tolerar, que un personaje de referencia para le pueblo se atreva a llevarles la contraria en sus más formidables necedades. Podían haber mirado hacia otro lado, pero no: quieren imponer sus tesis, amordazar al contrario y someterle al silencio. Siguen la técnica de uno de sus más conspicuos representantes, Juan Luis Cebrián, cuando, para justificar la censura en el País de quienes no pensaba como él, sentenciaba: El silencio no mata a nadie. Lo cual, además de una falsedad enorme, resulta de un cinismo repugnante.

Doña Sofía no se ha metido en política más de lo que se mete cualquier ser racional. Quien sí se metió en política fue su esposo, cuando lanzó un ditirambo a Rodríguez Zapatero, un hombre íntegro que sabe lo que hace, que sabe muy bien en qué dirección v y por qué y para qué hace las cosas. Los críticos tampoco han resaltado una opinión expresada por la Reina en el libro: "Zapatero no es nada superficial ni engreído", una afirmación tan política, o más, que las que han levantado la polémica. Eso sí es hacer política, porque el jefe de la oposición no recibió tales elogios del Jefe del Estado. Lo otro, lo de la Reina en el libro de Urbano, sólo es pensar. Es lo que suelen hacer los seres humanos, sean reyes, políticos, jueces, militares o basureros y -pueden creerlo- tertulianos. Al menos de vez en cuando.

Pta: Esa lumbrera llamada González Pons, otro centro-reformista del PP, se ha permitido el comentario más despectivo de todos: Los comentarios de la Reina, ha venido a decir, son los propios de una señora católica y de su edad. Con ello ha despreciado a las señoras, a los católicos y a los ancianos -la Reina cumplirá 70 ños el domingo-. Este tipo es todo un centro-reformista.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com