Casualmente, los acusados de corrupción -PP- aseguran que no hay nada de nada, aunque algunos de sus miembros ya están buscando sucesor a su jefe galaico.

En el otro extremo, la oposición política al PP, sobre todo el PSOE -también acusado de corrupción, pero esa es otra historia- aseguran que esto es lo más grave que ha ocurrido en España desde la pérdida de Cuba. En medio, mismamente en medio, el periodista Pedro J. Ramírez que se encuentra en el mejor de sus mundos: un país pendiente de lo que publica cada mañana, sabiamente dosificado. También en medio, un montón de jueces y fiscales que, como la ex secretaria de Estado socialista, Margarita Robles, quien repite que los jueces no deben entrar en política aunque ella no haga otra cosa desde que abre la boca. Ya sabe que sólo hay algo peor que la politización de la justicia y es la judicialización de la política.

En cualquier caso, ¿a quién le preocupa la corrupción Bueno, a Pedro José, quien cada vez que lanza un escándalo publica un editorial donde pide la necesaria regeneración de la vida pública. Pero esto sería horrible porque si la vida pública se regenera Pedro J. se quedaría sin trabajo.
Bueno, hay alguien asimismo preocupado por la regeneración de la vida pública: Luis Bárcenas, siempre dispuesto a colaborar con la justicia, si ello pudiera servir para rebajar su condena... algo que también sirve para regenerar el país.

Miren ustedes: si alguien quiere regenerar España tiene que reducir el límite de mandato de los políticos, de todos los políticos. En definitiva, desprofesionalizar la vida pública. Eso obligaría a la clase política a contemplar el horizonte con una visión de servicio al público, porque el muy cristiano sentido de servicio a la comunidad constituye el único basamento moral de la cosa pública.

Esta norma no debe afectar a la empresa privada, sólo al sector público. Por tanto, el cargo de director de El Mundo puede ser ejercido durante décadas. Ahora bien, si se regenera la política española: ¿cómo podría mantenerse en el cargo un periodista cuyo cometido consiste en descubrir escándalos y exagerarlos

Por lo demás, insisto: la corrupción del PP no consiste en el caso Bárcenas. Se trata de una corrupción ideológica, al haber abandonado el humanismo cristianos (no me gusta nada el concepto, pero lo empleo para entendernos): vida, familia, libertad de enseñanza, libertad religiosa y bien común.

Eulogio López
eulogio@hispanidad.com