En la mañana del martes comparecía la presidenta del Tribunal Constitucional, Emilia Casas Baamonde, ante el Foro Nueva economía. Como es lógico, la mayoría de las preguntas fueron dirigidas a conocer su posición sobre las reformas constitucionales en marcha. Baamonde no se encontraba cómoda, porque advirtió que esas preguntas debían de ser respondidas por políticos, no por juristas. No obstante, recordando al asesinado Tomás y Valiente, reconoció que los asuntos que conoce el Tribunal Constitucional son políticos disfrazados de jurídicos.

Y aunque se mostraba reticente a contestar, finalmente se mostró partidaria de una reforma del Senado que ahondara en la representación territorial. Además, señaló que esa nueva Cámara podría también nombrar magistrados del TC para fomentar la pluralidad de procedencias.

Sin embargo, en cuanto a la reforma constitucional para evitar la discriminación por motivos de sexo en la sucesión a la Corona, Casas Baamonde señaló que ella no observaba contradicción alguna entre lo establecido en el artículo 14 igualdad de todos ante la Ley- y el art. 57, que regula la sucesión a la Corona. Sí señaló en cambio, que observa que la igualdad entre hombres y mujeres no existe todavía en España. Ni en igualdad de oportunidades ni en igualación retributiva. Según los últimos datos de Eurostat, la igualdad no se ha conseguido, concluye.

La presidenta del Constitucional se manifestó también sobre los roces entre el y el tribunal que preside y el Suprem Esos conflictos son naturales en un sistema de justicia constitucional, señala la presidenta del Tribunal Constitucional, Emilia Casas Baamonde, aunque reconoce que en nuestro país esos conflictos se viven de manera más agria: Siempre con menos intensidad que en Italia donde se habla de la Guerra de Cortes. En opinión de Baamonde, esos conflictos deben de limitarse y desdramatizarse.

La solución -a juicio de la presidenta del TC- no pasa por el modelo Kelsen de establecer dos sistemas jurisdiccionales paralelos, sino de que ambos trabajen de manera coordinada, leal y con espíritu de comprensión. No es posible la separación a la que apela Kelsen, pero es que tampoco es buena, concluye Baamonde.