Los grandes multimedia españoles llevan viviendo del Gobierno y de la banca desde hace 30 años, ya antes de que se acentuara el desgraciado proceso de concentración de la prensa.

El Gobierno les apoyó en la primera transición con dinero, luego con concesiones de radio y televisión, así como con primicias informativas, partida contable que no debe suponerse menor. Aumentaba el tamaño de los grupos editoriales y, en paralelo, aumentaba su dependencia del Gobierno, con ese espejismo de pluralismo que supone exhibir medios del Gobierno y medios de la oposición, en cualquier caso, medios, los unos y los otros, mimados por el sistema de poder. Vamos que se trata de un oligopolio, no de un monopolio, aunque éste resulte peor que aquel, porque hay una falsa apariencia de diversidad cuando, en realidad, practican idéntico pensamiento único.

La dependencia de la banca es aún peor, porque por concretar, el señor Botín no vive la alternancia política. La táctica ha sido la de siempre: cuando un banco quiere regalarte dinero te da un crédito que sabe moroso o fallido. Todo ello a cambio de un trato favorable. De esta forma, los grupos que más han medrado no han sido aquéllos que han demostrado una mayor capacidad de generación de recursos sino los que han demostrado mayor capacidad de endeudamiento. Y ya se sabe que un banquero presta cuando se produce uno de estos dos factores: o tiene asegurado el retorno o tiene miedo al prestatario.

Quien quiera comprobar la veracidad de lo que digo sólo tiene que reparar en el balance de PRISA a 30 de septiembre, que publicamos en nuestra anterior edición. La teoría contable asegura que una empresa cuyo pasivo casi triplica el activo corto debe presentar concurso de acreedores. Nada de eso ocurre aquí, porque la banca está dispuesta a refinanciar (y la refinanciación permanente equivale a condonación) al grupo PRISA lo que sea menester. Hablamos de un grupo que debe más de 6.400 millones de euros.

Y lo malo no es que la banca condone sino que la banca no condona a cambio de nada. De hecho, en la prensa económica se ha impuesto el servilismo más pedestre, casi la escritura al dictado. ¿Por qué ha ocurrido? Porque la banca y, en menor medida, el Gobierno, exigen ahora adhesiones inquebrantables. Es el justiprecio por el cambio experimentado en estos 30 años: antes la banca pagaba a los medios en pesetas, ahora en euros, y claro, entramos en otra dimensión. Ya no basta con no golpear: hay que alabar.

Otrosí: la diferencia en esta pluralista evolución hacia el esclavismo es que antaño la banca presionaba a los periodistas. Ahora presiona a los editores, que es mucho más cómodo. Si compras al editor tienes comprada toda la redacción.

¿Donde queda el periodismo libre? En lo de siempre, en lo pequeño. Cuanto más grande es un multimedia menos libres son sus periodistas porque más compromiso tienen sus jefes... y más deuda bancaria. El periodismo libre se ha recluido en Internet, en confidenciales, blogueros y otra desprestigadas hierbas. ¿Desprestigiadas por quién? Por los abducidos medios tradicionales, naturalmente. Así que no se preocupen: la prensa jamás dejará caer a PRISA... ni a Mediapro, ni a Planeta, ni a Vocento, ni a Unedisa, ni a Mediaset...

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com