Estamos en Afganistán por lo mismo que nos marchamos de Iraq, ha afirmado el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, durante su único mitin vacacional, celebrado en Tenerife, y como justificación personal tras el accidente (¿?) en el que perdieron la vida 17 militares españoles.

El mismo argumento fue ofrecido por Alfredo Pérez Rubalcaba, portavoz socialista en el Congreso : Afganistán es una ocupación militar legal, mientras Iraq no lo es.

Pero una cosa es que Afganistán fuera una ocupación justificada y la de Iraq no, y otra que sea legal. Que el marchamo de legalidad se reduzca tan sólo a la aprobación previa del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas es una simplificación de tal calibre, que sólo nuestro sonriente Mr. Bean puede defender sin ruborizarse. Además, en ese caso, la guerra de Afganistán también fue legal. Cuando Bush da la orden de abrir fuego, el permiso de Naciones Unidas aún no había llegado : llegó después y como una mera aceptación del hecho consumado. Incluso, si la legalidad internacional es sinónimo de permiso expreso del Consejo de Seguridad, la guerra de Kosovo, donde participó España y Europa, tampoco es legal (no fue aprobada la intervención).

No, lo que ocurre es lo de siempre. Lo del relativismo : Zapatero.se niega a aceptar una moralidad objetiva, con lo que niega hasta el principio mismo de justicia. Lo único que objetiva la moral es la ley con lo que entramos en una discusión interminable sobre quién tiene legitimidad para decidir lo que es ley y lo que no lo es, por no hablar de las muchas leyes democráticas pero injustas, vigentes en el mundo. En plan: la guerra de Iraq no es justa, no porque no la haya aprobado el Consejo de Seguridad, sino porque era una rabieta de Bush que no dudó en mentir para abrir fuego y acabar con Sadam Hussein. No era una guerra contra el terrorismo, sino contra Sadam, y los nefandos resultados están a la vista. Si Sadam merecía caer, también lo merecen las decenas de sátrapas que habitan el mundo, empezando por Arabia Saudí, aliado de Washington. Y tampoco era una guerra justa porque no se pueden matar moscas a cañonazos. Al final, Hussein ha sido derrocado pero Iraq dista mucho de ser un país libre, un país justo o un país seguro.

Naturalmente, Mr. Bean defiende su actuación en Afganistán mientras niega la participación, igualmente humanitaria y en busca de la paz, en Iraq, por la sencilla razón de que la Guerra de Iraq le sirvió para llegar a la Moncloa y la de Afganistán le sirvió para intentar, con poco éxito, demostrar al mundo que España no es un país cobarde que huye de sus compromisos internacionales. De ahí ese maniqueísmo simplón: la guerra de Afganistán es buena, la de Iraq es mala.

Que Zapatero y Rubalcaba caigan en esta simplonería es lógico, porque se trata de una treta política interesada. Ahora bien, que lo hagan los medios de comunicación españoles, cada día más controlados por  el PSOE gracias al pacto de la tele (reparto vergonzante de la futura TV digital entre el actual oligopolio de los editores) resulta mucho más llamativo.

Eulogio López