Madrileña calle Montera de un día cualquiera. Seis de la tarde. Las aceras están repletas de las eufemísticas "trabajadoras del sexo", muchas extranjeras, explotadas sexualmente por los chulos. Los ciudadanos pasean por la calle entre espantados y observadores. Algunos seleccionan la "producción". Otros, prefieren mirar para otra parte. Los vecinos, molestos con la degradación del barrio. O sea, lo de siempre. De repente, una pareja de guardias municipales custodiando el panorama.

- Y Uds. ¿qué hacen aquí? ¿Por qué no detienen esta prostitución masiva?, les pregunto.

- La prostitución es legal, caballero, lo que no está permitido es la explotación del sexo por terceros, me responde uno de los agentes, que se había aprendido la lección.

- Ya, pero este espectáculo es lamentable. ¿No ha funcionado el plan de Botella de reinsertar laboralmente a estas mujeres?

- ¡Qué va! ¿Cómo se van a reinsertar si ganan mucho más dinero aquí?

- ¿Y Uds. que hacen? ¿No espantan el "negocio"?

- ¡Qué va! Ellas están contentísimas. Tienen seguridad por si alguien las ataca o las quiere pegar. ¿Qué más quieren?

- Y a usted eso, ¿qué le parece? ¿Se sienten mal?

... Silencio

- Es mi trabajo y recibo ordenes, caballero, me responde muy digno.

 

Pues eso, el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, no ha tenido mejor idea que enviar a los "pitufos" municipales a custodiar el buen desarrollo de la prostitución. Así los "munipas" ejercen de facto de "chulos putas", eso sí, pagados con las arcas municipales, que según don Alberto, deben de ser infinitas. Vigilan la seguridad en la calle y si después se produce un impago, acompañan a la "profesional del sexo" a la comisaría a realizar la oportuna denuncia.

Todo muy bonito. Ya sólo falta el alta en la Seguridad Social como ocurriera en otros tiempos y el abono de impuestos. Claro que la situación actual es la óptima para la prostitución: alegalidad con protección oficial. ¿Qué más quieres? Y los pobres municipales ejerciendo de "chulos putas". No sé por qué, pero me parece que no se metieron en el cuerpo para eso. Y estos son los de Montera, pero la policía municipal también tiene un destacamento en el Parque del Oeste y otro en Campamento. Todo sea por la seguridad.

Por supuesto, los guardias de número no tienen la culpa. Bastante tienen con tener que soportar semejante destino. El problema es de una sociedad y un ayuntamiento idiotizado que entiende la prostitución como una profesión más. Incluso como la profesión más antigua del mundo. El problema no es el hampa que hay alrededor de la prostitución, sino la prostitución misma, que degrada la dignidad de la mujer hasta niveles ínfimos.

Y el gobierno municipal, en lugar de tratar de recuperar esa dignidad, opta por tirar la toalla, apuntando esa situación de degradación. Eso sí, con mucha seguridad. A ser posible con asepsia. Casi como la ministra de Cultura Calvo : mucho sentimiento y poco pensamiento. Y es que el modernismo, lejos de haber iluminado el oscurantismo, es el oscurantismo mismo disfrazado de sentimentalismo bobalicón. El tirón del bolso y los altercados parecen más graves que la prostitución misma. Y mientras Gallardón presume de haber mejorado la seguridad, los municipales siguen custodiando la prostitución de Montera.

Luis Losada Pescador