El aborto es un trauma, un peligro, cirugía agresiva que, además, acostumbra a dejar a la mujer que mata a su hijo con una depresión de caballo o como un vegetal psicológico, incapaz de distinguir el bien del mal y lo cierto de lo incierto.

La píldora abortiva no deja de ser una expulsión de un organismo, con posibilidad de hemorragias, una especie de piloto automático, de aborto mecanizado. No es extraño que se exija control médico para que la matanza de la criatura no repercuta sobre el ser que está más unido a ella: su madre.

Por contra, la píldora del día después o píldora postcoital tiene menos riesgos porque –por eso sólo actúa cuando la vida acaba de nacer. En otras palabras, es una píldora más cómoda. Además, dentro del magma de sensaciones de una mujer que se niega a comprometerse con su descendencia y para la que las relaciones sexuales no son sino la frivolidad de "una noche loca", la del día después siempre ofrece la posibilidad de que no se haya roto ningún plato.

Los partidarios de la píldora postcoital (Laboratorios Schering, ahora Bayer, es el primer fabricante mundial de ese veneno) afirman que no tiene por qué ser abortiva. Muy cierto: si no ha habido concepción en el coito tampoco habrá aborto. Pero si ha habido concepción… hay muerte.

Pues bien, los mercaderes de la muerte han cambiado de técnica: ahora su producto estrella no es la despenalización del aborto, ni la RU-486 ni tan siquiera el anticonceptivo -que también es abortivo, dependiendo de las dosis… y de si ha fallado y ha permitido la concepción-: es la del día después. Lo explica muy bien la página Arvo, aunque permítaseme discrepar: no es la píldora del día después de la concepción, sino la píldora tras el caliqueño

No es de extrañar que monseñor Elio Sgreccia, presidente de la Academia Pontificia de la Vida, señale a la postcoital como el mayor enemigo de la vida a día de hoy. El Imperio de la Muerte, siempre obsesionado por Hispanoamérica, ha otorgado prioridad al reparto de la pastilla del día después en todo el área: así se evitan mencionar el término aborto. Un éxito comercial, y socialmente mucho más llevadero. El alcalde de Madrid, Ruiz-Gallardón es uno de los grandes consumidores –perdón, comprador, no consumidor- del producto. Hasta las madres lo aconsejan a sus hijos.

Eulogio López