Sr. Director:
Después de hablar con algunos profesionales de la salud (médicos, enfermeras, farmacéuticos y químicos) en relación con la píldora del día después (PDD), he llegado a la conclusión de que ninguno de ellos daría a una hija o nieta suya la píldora del día siguiente porque se trata, en palabras de un farmacéutico, de una auténtica bomba hormonal, un cóctel explosivo de cuyas consecuencias nadie puede estar seguro.

 

Actúa como un raspado químico de la matriz, con el agravante de que, en la mayoría de los casos, probablemente no se habría llegado a producir la concepción, con lo cual el sangrado es innecesario y de una agresividad compulsiva.

No se puede agredir de forma más grosera un organismo en formación como es el de una adolescente, cuyos órganos sexuales están empezando a madurar y requieren delicadeza en los contactos sexuales.

Lo que también me produce extrañeza es el silencio de los grupos antitransgénicos y ecologistas. No permiten la aplicación de un gen ni de una hormona a las plantas y/o animales y permiten, callando o aplicándolas ellos mismos, bombas hormonales en adolescentes, seres humanos en formación.

¿Esto no es una grave alteración de la ecología?

Jesús Martínez Madrid