El Salario Mínimo Interprofesional (SMI) debe ser más discutido de lo que ha sido hasta ahora, señala en público el presidente de la CEOE, José María Cuevas, para referirse posteriormente a la postura defendida desde la patronal: "Nosotros creemos que el SMI es un instrumento gubernamental básico de política económica y que el Gobierno debe decidir año a año en función de la coyuntura, del nivel de precios, de la competitividad de España en el contexto internacional, etc". Es decir, la CEOE no quiere moverse de la actual redacción del artículo 27 del Estatuto de los Trabajadores. 

El ministro de Economía, Pedro Solbes, le apoya. Y así lo reconoce el mismo Cuevas, quien agradece ante la concurrencia empresarial el apoyo de Solbes en el diálogo social. En su opinión, la contención de costes ha sido muy útil para el desarrollo económico de España, aunque se muestra partidario de "encontrar una fórmula común". No obstante, esa fórmula común tiene una espada de Damocles, porque desde Trabajo se afirma que en caso de que las fuerzas sociales no alcancen un acuerdo en un periodo de tiempo razonable, se aplicará el acuerdo del 30 de diciembre, que establece la indiciación del salario mínimo. Espada de Damocles y pulso de Caldera a Solbes. Otra vez.  

Además, Cuevas se muestra partidario de "superar" la cláusula de revisión salarial y "modernizar" los convenios colectivos vinculando la retribución a la productividad. O sea, lo de siempre. Nada nuevo bajo el sol: moderación salarial y nada de corsés para las empresas. Mientras tanto, la brecha entre las rentas empresariales y salariales se agranda. ¿Justicia social?